Cuando Bayer engulló a Monsanto
La empresa alemana compra a la polémica productora de semillas y herbicidas y se convierte en la mayor agroquímica del planeta
Bayer ha engullido a Monsanto y el resultado es el nacimiento del mayor gigante agroquímico del planeta. Por un total de 54.000 millones de euros, la alemana Bayer compra a la estadounidense Monsanto y aspira a disparar la producción agrícola mundial apoyándose en la tecnología. La adquisición, que ha tardado dos años en consumarse, supone la desaparición de Monsanto, la gran productora estadounidense de herbicidas y semillas transgénicas, convertida desde hace décadas en la bestia negra del ecologismo global.
La farmacéutica Bayer parte de la premisa de que las proyecciones para las próximas décadas apuntan a un fuerte aumento de la población mundial. Piensa también que el calentamiento global hará que los desastres naturales aumenten y que la inestabilidad climática afectará negativamente a la producción agrícola. Por eso, piensan que invertir en tecnología capaz de desarrollar una agricultura hiperintesiva, en la que se produzca más con menos, supone no solo un enorme potencial económico sino incluso un avance para la humanidad.
“Hoy es un gran día: para nuestros clientes, agricultores de todo el mundo a los que vamos a poder ayudar a asegurar y mejorar sus cosechas mucho mejor, para nuestros accionistas […] y para los consumidores y la sociedad, porque estaremos mejor posicionados para ayudar a los agricultores a que cultiven alimentos más sanos, más sostenibles y más asequibles”, ha indicado en un comunicado Werner Baumann, el presidente de Bayer.
Su relato estratégico cuenta sin embargo con una legión de detractores. La compra viene precedida de una intensa polémica a raíz de la mala imagen que acumula Monsanto desde hace décadas. Monsanto produce por ejemplo Roundup, un polémico herbicida compuesto por glifosfato y denostado por los ecologistas, cuya prohibición se planteó recientemente en la UE y finalmente no se logró por falta de acuerdo entre los Estados Miembros.
Tan temido es el efecto contagio del desprestigio de la empresa estadounidense, que Bayer anunció el pasado lunes que el nombre de la marca Monsanto nacida en 1901 morirá tras la fusión. “Bayer seguirá siendo el nombre de la empresa. Monsanto como nombre no se mantendrá”, adelantó la empresa este lunes. Los herbicidas y las semillas seguirán sin embargo manteniendo sus nombres comerciales, pero será Bayer quien los comercialice una vez que se materialice la fusión.
En total, ambas empresas sumarán 115.000 empleados y unos ingresos de 45.000 millones de euros, lo que juntas las convierte en la primera compañía de un sector que tiende en los últimos tiempos a la concentración empresarial. BayEr ha necesitado dos años para que las autoridades de la competencia acabaran aprobando con condiciones la adquisición. A partir de ahora, el mercado agroquímico y de semillas mundial queda en pocas manos. Junto al nuevo gigante, Chem-China-Sygenta y DowDupont son las otras dos grandes megacorporaciones que operan en el mercado agroquímico.
Autoridades de competencia
Bayer ha tenido que ampliar su capital en 6.000 millones para costear la adquisición y se ha visto obligada también a vender parte de su actividad -7.600 millones de euros- a BASF para lograr el visto bueno de las autoridades de la competencia estadounidense a su mega adquisición. La fusión se hará efectiva tan pronto como se complete el traspaso de actividades a BASF, un proceso que Bayer calcula que podría tardar unos dos meses. “Nos hemos preparado diligentemente para esta integración durante dos años. Nuestra amplia experiencia en integrar grandes compañías prueba que somos capaz de hacerlo y que tendremos éxito”, ha explicado la empresa en un comunicado.
“Vamos a duplicar el tamaño de nuestro agrícola negocio actual”, ha dicho Baumann, el presidente de la empresa inventora de la aspirina. “Queremos profundizar nuestro diálogo con la sociedad. Escucharemos a nuestros críticos y trabajaremos conjuntamente para encontrar puntos de acuerdo”, ha explicado también Baumann consciente, del lastre intangible que Monsanto aporta a la transacción multimillonaria. Las organizaciones ecologistas han adelantado sin embargo que la desaparición de Monsanto como empresa no significa que vayan a dejar de producir los polémicos herbicidas y semillas y que la batalla continúa.
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