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“¿Qué habéis hecho con nuestro dinero?”

Cuatro ciudadanos de distintas generaciones muestran su inquietud por el futuro de las pensiones

De izquierda a derecha, Violeta Carlavilla, Gloria Litol, José Luis Gutiérrez y Eduardo Díaz.
De izquierda a derecha, Violeta Carlavilla, Gloria Litol, José Luis Gutiérrez y Eduardo Díaz. Jaime Villanueva (EL PAÍS)

Eduardo Díaz tiene 74 años y trabajaba en una fábrica de coches; actualmente está jubilado. José Luis Gutiérrez, de 61, lo estará en pocos años, tras 46 de oficio como encuadernador. A Gloria Litol le queda más: tiene 42 años y es empleada de banca. Violeta Carlavilla, a sus 26 años, estudia y apura 735 euros al mes como empleada pública en Fuenlabrada (Madrid). Los cuatro se sientan alrededor de una mesa para hablar de pensiones. Desde cada esquina surge un punto de vista que se corresponde con una edad, una realidad social y una mentalidad distintas.

“Nunca me había preocupado demasiado del tema de las pensiones. Era algo que veía lejano, ajeno, porque aún tengo bastante vida laboral por delante”. Arranca la conversación Gloria, la empleada de banca. “Contaba con una pensión, no era algo que me parase a pensar. Desde hace un tiempo lo veo de otra forma. Temo que las cosas vayan a afectarme y que sea mi generación, la que precisamente está pagando las pensiones de ahora, la que se quede sin nada. De hecho, tal cual lo veo ahora, creo que la posibilidad de no tener pensión es real”.

Tercia Eduardo, jubilado: “A ver, sin pensiones no os vais a quedar. La cuestión es de dónde se van a sacar. Y cómo. Se ha dado por bueno que el Gobierno retire dinero del Fondo de Reserva y eso ha creado un miedo, una especie de alarma de que se va a vaciar la caja de las pensiones. Una cosa que no va a pasar, pero que ha creado mucho miedo”, dice Eduardo. Gloria responde: “Un miedo, por cierto, que es un reclamo magnífico para los planes de pensiones privados. Me da la sensación de que nos están animando, de alguna forma, a hacer un plan de pensiones privado”.

A su lado, sentado en la cabecera de la mesa, José Luis —cerca de jubilarse y con un sueldo de apenas 1.000 euros mensuales— asiente: “Es que, aunque yo me haga un plan privado, ¿cuánto puedo meter? ¿40, 50 euros al mes como tope? Me quedarían 6.000 euros y al sacarlo me quitan un 40%. ¿Qué absurdo es ese? Las pensiones son un derecho, no un plan. Deberían estar garantizadas”.

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José Luis alza la voz cuando por su mente pasa la posibilidad de que toda una vida trabajando no signifique, necesariamente, una pensión que él califica de “digna”. “Nosotros hemos sido los verdaderos promotores de la transición. Los que hemos trabajado para llegar a este punto, a este estado del bienestar. Y los políticos, solo ellos, por su mala gestión, nos han traído a esta situación de dudas, de pensiones miserables. Pero la parte que nos correspondía a nosotros, trabajar para generar pensiones, lo hemos cumplido”. Después completa: “Nos han traicionado. Después de todo lo que he aportado, más años de los que me correspondían, ¿igual tengo que esperar más años para jubilarme? ¿Por una mala gestión política? ¿Cuántos años de mi vida más tengo que regalar?”.

Violeta, con 26 años y rozando el salario mínimo (735,90 euros al mes), le mira con atención. “¿Temes que a tu generación le pueda pasar eso?”. “No sé si puede pasar. No lo creo. Pero me hace pensar: se trata de recaudar dinero y gestionarlo bien. Nuestro dinero. ¿Qué es eso de que tal vez no haya pensiones? ¿Qué habéis hecho con nuestro dinero?”.

Que una chica tan joven como Violeta exprese preocupación por este asunto pone de relieve la dimensión del tema. “Es verdad que es algo que nos queda muy lejos, pero me preocupa porque es un problema político. De cosas que, aunque nos queden lejos, los políticos están haciendo mal. Por eso nos afecta y preocupa. Bueno, al menos a mí me preocupa. Ya no solo por si yo me quedo sin pensión, sino por lo que le está pasando a la gente que le toca jubilarse en 10 años”.

José Luis, cerca de alcanzar su jubilación, interviene: “Cuando éramos más jóvenes, nosotros planeábamos, pensábamos, calculábamos… Hacías tus previsiones de lo que iba a ser tu vida laboral. Ahora es más difícil”. Violeta irrumpe: “¿Pero qué me voy a plantear yo con 735 euros al mes más allá de sobrevivir?”.

“Ahí está la clave”, dice Gloria con un salario medio-alto en la banca. “La mayoría de la gente está preocupada por subsistir, no por las pensiones. No tiene espacio para preocuparse por eso. ¿Cómo me voy a plantear una jubilación o cómo me van a exigir que me preocupe si estoy luchando por vivir? Las preocupaciones de la gente joven, e incluyo a la gente de mi generación, deberían incluir la jubilación. Pero la mayoría están preocupados por encontrar trabajo, por subsistir. Que no es poco”.

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