El desafío soberanista lastra el crecimiento

Las seis semanas en las que el desafío soberanista catalán mantuvo a España en vilo pueden haber quedado atrás, pero los empresarios no se terminan de quitar el susto del cuerpo y eso se nota en las cifras económicas. Es una de las conclusiones del Barómetro de Empresas elaborado por Deloitte para Negocios y en el que 276 empresarios, en representación de firmas que facturan, en conjunto, más de un billón de euros y dan empleo a más de un millón de personas, reflejan la evolución de sus compañías y su percepción de la situación política y económica.

Fue una tragicomedia en múltiples actos que se inició con la celebración de un referéndum ilegal en Cataluña el 1 de octubre (a pesar del compromiso de impedirlo por parte del Gobierno central), seguida por la decisión del Ejecutivo catalán de lanzar una declaración unilateral de independencia —"suspendida" segundos después de proclamarse— y la aplicación, por primera vez en la historia, del artículo 155 de la Constitución Española, con el cese del Gobierno de Carles Puigdemont y la convocatoria de elecciones autonómicas.

Por más que el independentismo y sus acólitos (con el expresident Carles Puigdemont, ahora viviendo en Bélgica, a la cabeza) hayan insistido en que la declaración de secesión fue simbólica, sus efectos económicos han sido muy reales. Desde octubre, más de 3.000 empresas de la región han cambiado su sede: de las siete firmas del Ibex 35 con sede social en Cataluña a finales del verano pasado, seis la han llevado a otros puntos de España (la séptima, Grifols, ya había trasladado su domicilio fiscal a Irlanda en 2015). Un éxodo parecido al provocado por el auge del nacionalismo quebequense a finales de los años setenta —que culminó en un referéndum de autodeterminación en 1980— y que aceleró el proceso de conversión de Toronto en la capital económica de Canadá en detrimento de Montreal.

A pesar de que un 64% de los empresarios encuestados afirmó que la economía española ha mejorado algo en estos últimos seis meses, muchos más (73%) esperaban una mayor aceleración económica durante la segunda mitad de 2017, una tendencia que finalmente quedó por debajo de las expectativas. La crisis catalana ha enfriado el entusiasmo con el que los empresarios comenzaron 2017 y ahora ven que el desafío soberanista irremediablemente retrasará la recuperación plena. Los datos respaldan esas sensaciones. El lunes, el Fondo Monetario Internacional revisó al alza las cifras económicas para la economía global para 2018, pero rebajó sus pronósticos para España, previendo un crecimiento del PIB del 2,4% (una décima menos) para este año.

Para los empresarios, este año que acaba de comenzar sigue estando cargado de desafíos. Para empezar, la crisis catalana no ha terminado. En las elecciones autonómicas del 21 de diciembre, por primera vez, un partido opuesto al nacionalismo hegemónico catalán fue el más votado (Ciudadanos), pero ninguno de los dos bloques (ni independentistas ni constitucionalistas) obtuvo mayoría absoluta. La persistencia de la inestabilidad catalana no ha servido para mejorar las perspectivas empresariales: casi cuatro de cada diez encuestados creen que la nueva ventaja del soberanismo en escaños empeorará los resultados de su empresa, mientras que solo un 4% considera que tendrá un efecto positivo. Además, los resultados del 21-D han puesto en rumbo de colisión al Partido Popular y a Ciudadanos a escala nacional, lo que complica la aprobación de los Presupuestos por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Desde un punto de vista meramente económico, uno de los retos para este año es la desa­celeración del consumo interno, por el aumento progresivo de los tipos de interés (aunque ocho de cada diez empresarios encuestados consideran que el BCE debería mantener estable el precio del dinero durante la primera mitad del año), los precios de la vivienda y los carburantes. Esto último se debe a que el precio del petróleo, por primera vez desde 2014, ha sobrepasado los 70 dólares. Pero solo uno de cada diez empresarios cree que seguirá así: es justo la escala de precios que permite que el gas de esquisto estadounidense—el nuevo rey del mercado— se ponga a pleno rendimiento.

El crecimiento, que sigue débil, se nota en las cuentas. Un 55% de los empresarios encuestados registró un aumento de su facturación durante la segunda mitad del año; seis meses antes, un 68% de los empresarios auguraba más dinero en caja en ese periodo. También ha habido más firmas que han visto disminuir su producción frente a lo esperado: mientras que en julio de 2017 un 9% de los encuestados esperaban ver un descenso de sus ingresos, la cifra real ha sido del 16% de las compañías.

El sector más perjudicado ha sido el del transporte: mientras que hace seis meses un 84% de los empresarios encuestados esperaba aumentar sus ingresos, la cifra real ha sido del 53%. Además del impacto catalán, el ascenso del precio del crudo —y, en consecuencia, el de los carburantes— también ha pesado en el negocio logístico.

El sector hostelero y turístico también ha operado por debajo de sus expectativas: mientras que tres de cada cuatro directivos del sector esperaban en julio ganar más, solo un 40% ha registrado un incremento de su facturación a final de año. Esto aun teniendo en cuenta que ya en noviembre España había vuelto a batir el récord de entradas turísticas: 82 millones de visitantes extranjeros, aun con la incertidumbre provocada tras los atentados terroristas en Barcelona el pasado mes de agosto.

Motor interno

El mercado español, a pesar de sus vicisitudes, ha sido el principal motor del aumento de la facturación de las empresas que ganaron más durante la segunda mitad de 2017. Seis de cada diez responsabilizan al crecimiento del consumo interno del incremento de sus ingresos, seguidos de la mejora de la coyuntura económica española. Uno de cada tres empresarios que han mejorado sus resultados reconoce que esto se debe, en parte, a la estacionalidad del mercado; el otoño de 2017 fue meteorológicamente muy suave (demasiado suave, incluso), lo que retrasó la temporada de invierno en sectores como el textil, el hostelero y el de la distribución.

Los presagios de los empresarios para 2018 son buenos, pero más para la segunda mitad del año que para la primera. Seis de cada diez de los directivos encuestados esperan aumentar su facturación hasta julio, pero esta cifra aumenta hasta el 74% si se les consulta sobre sus expectativas para todo el año.

Esto se refleja en las cifras de la inversión. Un 69% de los empresarios encuestados afirma haber aumentado la inversión en el segundo semestre de 2017; de estos, dos de cada tres han incrementado en más de un 5% su aporte de capital a la compañía. Los motores de este incremento han sido, sobre todo, la necesidad de ampliar y expandir los negocios, los cambios tecnológicos y en los sistemas de información, y la obsolescencia de algunos de sus productos y servicios.