La “cumbre alternativa” de la OMC pide regular el comercio electrónico y proteger los datos
Las ONG’s reunidas en Buenos Aires alertan sobre el tráfico de datos, “el nuevo petróleo”
La OMC tiene una sede oficial, con los representantes de todos los países, y una alternativa, con diversas ONG que discuten sobre los problemas que está generando la globalización. Uno de los ejes de estas discusiones fue el comercio electrónico y el uso indiscriminado de los datos personales, para muchos de estos expertos “el nuevo petróleo”. La falta de una legislación común en materia de comercio electrónico es uno de los temas más polémicos para las ONG’s en ocasión de la cumbre ministerial de la OMC en Buenos Aires. El debate en la conferencia ministerial ha resultado en un compromiso por parte del equipo de trabajo en e-commerce de continuar con el debate "e instruir al consejo general para que realice revisiones periódicas" en las próximas cumbres.
En EEUU operan cinco de las siete empresas más grandes del mundo: Google, dueña del 88% de las búsquedas; Amazon, con una participación del 77% en el mercado de libros electrónicos; Facebook -y sus filiales Instagram, WhatsApp y Messenger- con el 77% del tráfico de redes sociales móviles; Apple y Microsoft. A la nueva OPEP, entonces, ya se la llama GAFAM, usando como siglas los nombres de esas firmas. Estas empresas se benefician de los tratados de libre comercio y de que en algunas regiones del planeta, operan amparadas por un vacío legal o, simplemente, el desconocimiento sobre comercio electrónico que todavía tienen las naciones en vías de desarrollo y sus sociedades civiles. También podría llamársela GAFAMA, si se suma al líder mundial chino Alibaba, cuyo CEO, Jack Ma, también de visita en Buenos Aires, se opone a todo tipo de regulación que limite las transacciones digitales. “Queremos facilitar, no controlar el comercio electrónico en los países subdesarrollados”, determina.
Estos aún discuten si abordar un marco parecido al de Estados Unidos, de libre tráfico de información o al de la Unión Europea, dueña de un fuerte sistema de protección de datos y privacidad. La organización Public Citizen asegura que “los acuerdos comerciales de hoy son la principal fuente de elaboración de normas corporativas a nivel mundial. Son herramientas efectivas para eliminar la diversidad de políticas y prioridades nacionales, minimizar los costos regulatorios y maximizar los intereses corporativos”. “Establecen restricciones a las salvaguardas internas, desafían las protecciones del consumidor doméstico y debilitan el apalancamiento de los productores locales, en la mayoría de los casos”, completa. “El futuro de internet, nuestra privacidad y protección de datos, el acceso a los medicamentos y el conocimiento y la innovación están en juego”, alerta, y resume: “Los datos se convierten en una nueva forma de comercio de productos básicos”.
“Hablamos de la Cuarta Revolución Industrial”, se adelanta César Cernuda, presidente de Microsoft para América Latina. “Para 2020, el 25% de la economía global será digital; estamos viviendo en un mundo nuevo, de mucha disrupción y con nuevos modelos económicos. Esas ideas disruptivas dejaran de serlo cuando abordemos de otra manera este nuevo mundo. Por eso sugerimos a los gobiernos locales asociaciones público privadas. Para poder tener un gran futuro, debemos confiar en toda esta tecnología y descansar en políticas que nos ayudan, pero también debemos ser muy buenos con la privacidad y la seguridad”, afirma.
Adriana Noreña, Vicepresidente para Hispanoamérica de Google, ofrece algunas pistas más: “Cuando pensamos en Sillicon Valley nos preguntamos como lo podemos emular en América Latina. La respuesta es una fuerte inversión en investigación y desarrollo, la existencia de políticas que permiten el libre flujo de información sin una doble regulación y, por último, una cultura que fomente la innovación”. Una tarea que correrá por cuenta de los Estados, para evitar una posible “colonización digital”, según otro de los términos acuñados por las ONG’s.
El futuro del empleo
Un informe de Desarrollo del Banco Mundial de 2016 calcula que el 65% de los empleos en Argentina corren el riesgo de verse robotizados si continúa prosperando el comercio digital. El mismo informe detalla que los beneficios en términos de desarrollo de las tecnologías digitales pierden terreno respecto de su rápida propagación, exponiendo así a los países en desarrollo a desigualdades en torno al acceso a banda ancha, infraestructuras, marcos reglamentarios, capital humano e instituciones confiables.
Las corporaciones multinacionales y las naciones en coincidencia ya dejaron esos problemas atrás y celebran las facturaciones anuales en e-commerce que crecen a un ritmo de entre el 15 y el 25%. El desafío para ellos, en la actualidad, es resolver lo que denominan “la última milla”, o como entregar los productos al cliente en forma rápida y rentable.
El grupo financiero UBS alerta que los países en desarrollo “enfrentarán la amenaza de la Cuarta Revolución Industrial que comprometerá los empleos poco calificados a través de una automatización extrema, pero quizás no tengan la capacidad tecnológica para disfrutar los beneficios relativos que puedan redistribuirse a través de una conectividad extrema”.
“El tema es si se va a poner el derecho de las computadoras por encima del derecho de la gente”, plantea Luciana Ghiotto, de ATTAC Argentina a EL PAÍS. Marcos Galperín, CEO de Mercado Libre, auguró en una entrevista a este diario una disrupción a corto plazo del sistema financiero tradicional. En el sentido contrario, Ghiotto lo lamenta: “Todavía no está tan avanzada en Argentina la automatización, pero de implementarse se van a perder empleos en el sector bancario, porque la tendencia es que todo sea digital y los sindicatos ya están alertando sobre esto. El ejemplo al que echan mano tanto activistas locales y extranjeros es Uber y el enfrentamiento que mantienen con los choferes de taxis en casi todo el mundo.
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