Las agencias de ‘rating’ se resisten a dar por concluida la crisis europea
La calificación de países como España, Portugal, Grecia e Irlanda ha mejorado en los últimos cinco años, pero está aún lejos de los niveles previos a 2008
En este 2017 a punto de acabar, la deuda europea ha dado más alegrías que disgustos. Los países que durante la Gran Recesión vieron caer su calificación avanzan hacia notas más altas. Pero con pasos muy tímidos. Una década después del inicio de las turbulencias y tras cinco años de crecimiento en la eurozona, el panorama es mucho peor que antes de la crisis. España está a siete u ocho escalones de la máxima nota que disfrutó hasta 2009. Y ese nivel aún tardará en llegar. “No vemos que en el futuro próximo los ratings de la zona euro vayan a recuperar los niveles precrisis”, asegura Sarah Carlson, vicepresidenta de Moody’s.
El mapa de la calidad de la deuda sirve como metáfora de la crisis que sacudió la eurozona en los últimos diez años. Mientras Alemania se libraba sin un solo rasguño y mantenía para sus títulos la preciada triple A, los países más golpeados tardarán muchos años, si es que alguna vez lo hacen, en recuperar lo perdido. El caso más espectacular es el de Grecia, que lleva ocho años instalado en el nivel de bono basura, y está aún muy lejos de volver a tener una calificación aceptable.
Las tres grandes agencias —Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch— ofrecen un historial con ciertos matices diferenciadores, pero que en lo fundamental no se alejan demasiado. La primera arrebató a España el rating máximo a principios de 2009, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero empezaba a admitir la existencia de una crisis que hasta entonces había minimizado. Las otras dos agencias tardaron solo un año en tomar una decisión similar. Desde el primer resbalón de la deuda española, en solo cuatro años descendió ocho o nueve peldaños —según el criterio de una u otra agencia—.
Frente a esta caída a plomo, desde 2013, el momento más bajo en las calificaciones, España solo ha recuperado uno o dos escalones. Una tendencia similar ha seguido Portugal. Irlanda, sin embargo, ha escalado cinco puestos desde el nivel de bono basura que tuvo hasta 2013.
Pero si la economía europea ha crecido sin pausa en los cinco últimos años, ¿por qué sus calificaciones no lo han hecho en la misma medida? “Los datos básicos de la calidad de la deuda de estos países son mucho peores que antes de la crisis. Los Gobiernos están mucho más endeudados, el peso del desempleo persiste y las fragilidades institucionales han quedado a la vista y, en algunos casos, no han sido resueltas”, responde a EL PAÍS a través de un correo electrónico la vicepresidenta de Moody’s. Entre estas vulnerabilidades que aún suponen un riesgo para la economía europea en conjunto, Carlson cita la unión bancaria, que no se ha completado, y la unión fiscal, “que ahora no está sobre la mesa”.
Caída más alta
Los analistas de Fitch aportan otro motivo que explica por qué una crisis como la europea ha dejado unas huellas tan profundas y duraderas en el rating de las economías más afectadas. Al evaluar 37 episodios de crisis de deuda en los últimos 20 años, la agencia más pequeña entre las grandes calcula que el descenso medio en los países ricos fue de 7,6 escalones, frente a los 5,1 de las emergentes. “Esto es así porque las economías desarrolladas parten de niveles más elevados y por los efectos especialmente extremos de la crisis de la eurozona”, asegura un analista de Fitch. La recuperación es, además, más lenta en aquellos países que han pasado una crisis que deja tras de sí un legado de alta deuda pública o privada.
Pese a lo lento de la recuperación, 2017 ha sido un buen año para los ratings europeos. De las 12 subidas que hizo Moody’s a lo largo del año —el doble que en 2016—, cuatro se concentraron en la zona euro. Se beneficiaron Chipre, Grecia —ambas siguen en el nivel de bono basura—, Irlanda y Eslovenia. Entre las economías de Europa occidental, por debajo de España solo están Italia, Portugal, Chipre y Grecia.
Llama la atención el caso de Reino Unido. Tras el sí del referéndum para abandonar la UE, tanto Moody’s como Fitch y S&P han rebajado su rating, que en los dos primeros casos ha pasado del segundo al tercero más alto, en gran medida por las consecuencias que podría tener para su economía la incertidumbre en torno al proceso del Brexit.
“El consumo privado y la actividad empresarial seguirán estando en Reino Unido por debajo de sus posibilidades en 2018, en contraste con la recuperación en marcha en el resto de Europa”, aseguraba Moody’s en su nota de perspectivas publicada el mes pasado. Respecto al futuro inmediato, esta agencia ve un panorama sustancialmente más positivo al de hace un año.
Cuando estalló la crisis europea, las agencias de rating también se vieron sometidas a una fuerte oleada de críticas por no haber sido capaz de prever la tormenta que se avecinaba. “La crisis de la eurozona fue un suceso extremo que no se había tenido en cuenta en los ratings anteriores a la crisis de la misma manera en la que estas vulnerabilidades se estiman para las economías emergentes. Nuestros criterios de calificación se basan en análisis robustos, independientes y transparentes”, se defienden en Fitch.
Moody’s: “España ha fracasado de forma reiterada en cumplir sus objetivos fiscales"
España sigue lejos de la triple A que disfrutó hasta 2009 y 2010. La deuda que emite el Tesoro está cerca del bono basura: a dos pasos según Moody's (Baa2 con perspectiva estable) y a tres según S&P y Fitch (BBB+ con perspectiva positiva). A preguntas de este periódico, la vicepresidenta de Moody's explica el motivo del bajo rating español. "El peso de su deuda es ahora casi 40 puntos porcentuales superior a la de 2010. Y el Gobierno ha fracasado de forma reiterada en cumplir los objetivos marcados en sus programas de estabilidad. Pese al crecimiento del PIB, la economía aún se enfrenta a varios retos estructurales. Y el desempleo, aunque ha caído de sus niveles máximos, sigue siendo muy alto. La crisis también mostró debilidades institucionales que España todavía no ha abordado", asegura Sarah Carlson.
Algo más benigno resulta el análisis de Fitch: “España tiene una economía diversificada y de alto valor añadido, instituciones fuertes, un rendimiento de la deuda pública extremadamente bajo y un nivel insignificante de deuda en divisa extranjera”. Estos son los factores positivos. Pero en el otro lado de la balanza pesa “el altísimo nivel de deuda pública sobre el PIB, un nivel de deuda externa de los más altos de todos los países que analiza Fitch, la alta tasa de paro y los riesgos políticos”, responden.
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