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El fin del TLC restaría competitividad a Estados Unidos frente a Asia

Los técnicos del Bank of Montreal subrayan que América del Norte en su conjunto se beneficia de la mano de obra barata en México

Cartel de la última ronda de negociaciones del TLCAN
Cartel de la última ronda de negociaciones del TLCANEDGARD GARRIDO (REUTERS)

Los economistas llevan semanas tratando de imaginar cómo será el día después de un eventual fracaso en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El consenso es que los tres países —Estados Unidos, Canadá y México— sufrirán, cada uno a su manera. La cuestión ahora es más bien es hasta qué punto el impacto negativo será manejable para cada uno de ellos. Un estudio publicado este lunes por el Bank of Montreal advierte, para empezar, de que afectará a la capacidad de EE UU para competir frente a Asia.

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La quinta ronda de negociaciones concluyó hace una semana en la capital mexicana con un evidente bloqueo que empieza a activar las alarmas en Ottawa y, sobre todo, en la Ciudad de México. En diciembre habrá un encuentro meramente técnico en Washington, pero la próxima cita con presencia de los tres negociadores —que llevan sin verse las caras desde octubre— se producirá en Montreal a mediados de enero. El informe publicado por el banco canadiense cree que los mercados podrán ajustarse relativamente rápido si las discusiones se rompen por completo y, en otras palabras, viene a decir que el riesgo político es asumible.

El impacto para la economía estadounidense sería equivalente a una reducción de dos décimas del PIB en un plazo de cinco años. El bocado para Canadá sería bastante mayor, de cerca de un 1% en el mismo periodo, porque es más dependiente de las exportaciones hacia su vecino del sur.

Pero la mayor incidencia será para el bloque norteamericano en su conjunto: México, subrayan los técnicos del Bank of Montreal, permitió a los tres países ser competitivos en la escena global gracias a sus bajos salarios. En cierta medida, el país latinoamericano se ha convertido en una enorme planta manufacturera para las empresas industriales estadounidenses y, en menor medida, canadienses. “Si el TLC se resquebraja en tres economías separadas”, explica Douglas Porter, economista jefe de la entidad financiera canadiense, “provocará que el conjunto de la región pierda peso especialmente frente a Asia”. También frente a Europa y algunas economías de América Latina. Eso, agrega Porter, podría provocar un déficit comercial aún mayor. La clave, por tanto, está en saber cómo está midiendo Washington ese coste y si lo considera manejable en un momento en el que los márgenes para competir en la economía global no dejan de estrecharse y en el que la huella de China no deja de crecer.

EE UU sigue creyendo posible lograr un acuerdo para finales de marzo del año próximo —el último plazo que se han dado los tres Gobiernos— y que este reciba el visto bueno de quien precipitó su actualización: Donald Trump. Si, por el contrario, el tratado comercial más importante del planeta se extingue, los intercambios comerciales estarán sujetos a las tarifas que establece la Organización Mundial de Comercio (OMC). El nuevo esquema arancelario que regiría los intercambios entre EE UU, México y Canadá no favorecería a ninguno, pero sería mucho menos dañino para México que para sus dos vecinos del norte. Por sectores, el sector de la automoción y el textil serían los más golpeados, porque tienen la cadena de suministro muy establecida, según los cálculos del banco canadiense. También cita vulnerabilidades en el agrícola.

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