Las vacas gordas del grupo Lala
La mayor empresa láctea de México refuerza un ambicioso plan de adquisiciones
En los desayunos mexicanos, los productos del Grupo Lala son los reyes de la mesa. La compañía, nacida como una pequeña cooperativa pasteurizadora en 1949, ha forjado un imperio en la nación azteca: controla casi el 50% del mercado de la leche y su portafolio se extiende a las gelatinas, zumos, bebidas saborizadas y embutidos. Ahora quiere ser “la empresa favorita de lácteos en América”, en palabras del presidente del consejo de administración de la firma, Eduardo Tricio, en su informe anual. Para lograrlo ha desenfundado la billetera. En los últimos tres años, Lala ha gastado cerca de 396 millones de dólares (unos 372 millones de euros) en la compra de varios negocios en Centroamérica y Estados Unidos. En 2017, el gigante lácteo invertirá 180 millones de dólares (unos 169 millones de euros) para ensanchar su posición en el continente.
El periplo de la firma en el extranjero se inició en 2005, cuando llevó sus productos al suroeste de Estados Unidos. Tres años después atacó los dos frentes: compró una fábrica en Nebraska, EE UU, y saltó al sur de la frontera de México, al adquirir Foremost, en Guatemala. En 2009, mientras miles de granjeros sufrían el colapso en los precios de la leche, ocasionado por una de las peores recesiones que haya vivido el mundo, Lala se lamía los bigotes. El grupo se hizo con tres empresas estadounidenses: National Dairy, Promised Land y Farmland Daries (de las que se desprendió en 2013, pero que ha vuelto a adquirir recientemente). “Es realmente en momentos de crisis cuando se presentan oportunidades”, mencionó en ese entonces Tricio a la prensa local.
A golpe de talonario
Crecer a golpe de talonario ha sido una constante de la empresa en sus 68 años de historia. Desde la adquisición de la Pasteurizadora Nazas (su principal rival azteca), en 1975, hasta la compra de la nicaragüense La Perfecta, a principios de 2016, Lala se ha aferrado en hacerse un hueco entre los grandes. En América Latina, según información de Euromonitor, la compañía ocupa el primer sitio en la tabla con un 7,8% de cuota, pese a su incipiente participación en la zona. En Estados Unidos, el principal mercado lácteo del mundo, la mexicana controla apenas un 0,8%. En el ámbito mundial, el grupo ocupa la séptima posición de la tabla, dominada por las compañías asiáticas.
“La compañía no dejará de hacer compras”, comenta José Cebeira, analista de la casa de Bolsa mexicana Actinver. La mira, dice el experto, deberá estar en Centroamérica. “A pesar de su tamaño es un mercado atractivo”, asegura. En 2015, Lala compró la nicaragüense Eskimo, una empresa que crece a una tasa del 7% anual y con importantes ventas en el exterior, e invirtió 50 millones de dólares en una fábrica. La firma distribuye en Honduras, El Salvador y Costa Rica. En este último país, Lala se hizo con una planta de lácteos (Florida Bebidas).
Para Scot Rank, el director general del grupo, 2016 fue un año de grandes retos, pero también de muchos logros. “Lala ha ampliado su presencia geográfica y ha preparado el negocio para un crecimiento acelerado”, mencionó el ejecutivo, hace un par de semanas, en una conferencia con analistas financieros.
Lala vive una época de vacas gordas. No solo se ha expandido en el centro del continente, también ha puesto la mira en el norte. En 2016, adquirió por 246 millones de dólares las marcas de Laguna Dairy, el negocio en EE UU donde se habían aglutinado las empresas escindidas tres años atrás, cuando el grupo decidió no incluirlas en su proyecto de salida al mercado de valores.
A pesar de que la transacción fue anunciada a bombo y platillo, el público inversor la recibió con cierto resquemor. De mayo del año pasado (cuando se anunció la compra) a febrero de 2017, los papeles de la cotizada han caído más de un 30%.
Desazón estadounidense
“La compañía estadounidense arrastra pérdidas en el ámbito operativo y esto es la causa de la desazón”, detalla Cebeira. “La operación”, abunda el experto, “estaba fuera de los planes trazados por la empresa cuando debutó en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). En ese entonces, la apuesta de crecimiento se atisbaba en los países en desarrollo”, añade.
“Comprar una empresa que está perdiendo dinero en el ámbito operativo no es la mejor decisión”, arguye Cebeira. Y agrega: “No consideramos que la operación sea mala, pero las expectativas eran mayores… Lala podría adquirir una firma con mayor participación”. Para Rank, sin embargo, el movimiento es un paso importante para cumplir el sueño de ser el lechero de América: “La adquisición nos proporcionó un vehículo único para entrar en el mercado lechero más grande del mundo”.
La Laguna
El nombre Lala hace referencia al sitio en donde se forjó: La Laguna, una mancha urbana con más de un millón de habitantes entre los norteños estados de Coahuila y Durango, en México. Esta región ha sido parte fundamental en el desarrollo industrial del país. Su ubicación (a 500 kilómetros de la frontera con EE UU y a unas horas de Monterrey, un importante núcleo de negocios e industria) la convirtió, hace más de un siglo, en un gran centro de distribución y paso comercial.
La firma, con ventas en 2016 por más de 2.500 millones de euros, fue fundada por un pequeño grupo de empresarios lecheros. Entre ellos se encontraba Eduardo Tricio Gómez, un cántabro que llegó a México a principios de los años 50 y que se convirtió en el principal accionista de la compañía.
A pesar de la expansión internacional en la que está inmersa la firma, México es el motor que da vida a las cuentas. Y seguirá siendo una de las apuestas principales de la compañía, debido al bajo consumo de lácteos. Mientras que en Brasil se beben 138 litros de leche y en Argentina 197, en la nación azteca apenas llegan a los 125, según los datos de Economist Intelligence Unit. En EE UU la ingesta es 273 litros y 257 en Europa Occidental.
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