Las dos Españas del vino
La baja cosecha de este año amplía la ventaja competitiva de las denominaciones de origen frente a los productores a granel
El verano de 2016 ha sido uno de los más calurosos de los que se tiene constancia y eso ha tenido su efecto en los viñedos españoles. Con la vendimia prácticamente acabada en las zonas de mayor producción, los efectos negativos del verano cálido y seco se han confirmado. No es que vaya a faltar vino: los 10 millones de hectolitros necesarios para cubrir la demanda interior van a estar, así como los 30 millones, entre vinos y mostos, que piden los mercados externos. Pero tampoco va a sobrar. Si de media se produce cada temporada en España alrededor de 43 millones de hectolitros de vino, en 2016 solo se cosecharán 40,5 millones, muy lejos de los 50 millones que esperaban las cooperativas agroalimentarias.
Sin embargo, la caída de la producción no está siendo igual para todos. Esto es un reflejo de los dos mundos y de estrategias completamente diferentes en el sector vitivinícola español. Una, la vía elegida por algunas denominaciones de origen, donde se prima la calidad limitando y ajustando a la demanda de los mercados con vinos envasados a precios altos. Una segunda, donde los viticultores, con o sin denominación de origen, apuestan por grandes producciones, lo que los hace muy dependientes de las fluctuaciones del mercado. Para estos productores, la salida recurrente acostumbra a ser la venta de una parte muy importante de lo cosechado como vinos a granel baratos, a una media de 33 céntimos de euro el litro.
Este año habrá 40,5 millones de hectolitros, por debajo de la media
Son precisamente estas zonas orientadas al producto masivo, como Extremadura o la Comunidad Valenciana, donde se registran las mayores caídas de la producción. En esta última los productores estiman que se va a extraer un 20% menos de vino. También Castilla-La Mancha registra una caída del 10%, a pesar de que han aumentado las superficies de viñedo de regadío, menos susceptible a las inclemencias del tiempo.
Por el contrario, en las zonas con denominación de origen — donde hay más control de los rendimientos y, en consecuencia, una mayor estabilidad en la producción— se espera una cosecha estable: 100 millones de kilos de uva en la Ribera del Duero y 440 millones de kilos en Rioja. Hay excepciones: el éxito de los verdejos de Rueda ha hecho que la producción llegue a superar los 100 millones de kilos, mientras que en Ribeiro la producción ha caído un 10%, y en la DO del cava, un 20%. Si a esto le sumamos un stock por debajo de la media, la oferta este año es, en conjunto, cinco millones de hectolitros menor que en 2015.
No solo España ha tenido una vendimia menos fructífera que otros años. La Unión Europea producirá un 4% menos de vino este año, una caída de casi ocho millones de hectolitros. Francia pasa de los 48 a los 43 millones de hectolitros, mientras que en el hemisferio sur las cosechas caen un 15%. Italia, por su parte, mantiene su producción.
Uvas más caras
Todo esto se nota en los precios de la uva. En las zonas tradicionalmente excedentarias, estos han ido subiendo semana a semana hasta una media de 22 céntimos el kilo para las variedades blancas y 36 céntimos el kilo para la uva tinta. En las otras, en el precio se ha mantenido sin variación o con ligeras subidas, como los 90 céntimos el kilo en Rioja o la media de un euro que se encuentra en el valle del Duero. Desde el Observatorio Español de los Mercados del Vino, su director, Rafael del Rey, espera que la subida de los precios de la uva no tenga un efecto negativo sobre el volumen de las ventas a pesar de la gran competencia que existe en los mercados.
Se espera que la subida del precio de la fruta no tenga efectos en las ventas fuera
Las diferencias de precio no son sino un reflejo de una política comunitaria fracasada: tras pagar 1.700 millones de euros para reducir en 250.000 hectáreas la superficie española dedicada a la vid, los productores aprovecharon ese dinero para hacer más eficiente la producción en los viñedos restantes. El resultado ha sido la supervivencia de zonas tradicionalmente excedentarias, responsables de megacosechas como la de 2013, cuando se extrajeron 52,5 millones de hectolitros de vino.
Por el lado de la demanda, la previsión es que el mercado español se mantenga estable, con una ligera tendencia al alza. A esos 10 millones de hectolitros que se sirven en las copas de los españoles hay que sumarle otros dos millones de hectolitros para vinagres y usos industriales, así como otros tres millones para la producción de destilados y otros subproductos. La solución para los productores volverá a estar en el mercado exterior, donde España es líder mundial al vender entre 23 y 24 millones de hectolitros al año.
Pero este peso internacional se sostiene en el río de vino barato que los productores españoles esparcen por el mundo a granel. El precio medio del vino español exportado fue de 1,09 euros el litro, menos de la mitad que la media mundial. Francia, el mayor comprador del producto español con cinco millones de hectolitros al año, exporta a una media de 5,84 euros. Argentina, Chile y Australia, los principales competidores por la preferencia de los consumidores internacionales, también venden de media más caro que España.
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