La leche recupera su valor
El precio de la materia prima sube después de tres años de crisis por la mayor demanda
El precio de la leche en polvo, que influye en la vida de miles de familias del sector lácteo español, se decide prácticamente al otro lado del mundo. Nueva Zelanda produce dos tercios del derivado lácteo del planeta y las subastas de su mayor cooperativa, Fonterra, determinan el pulso del mercado internacional. Y, por fin, tras unos tres años de anemia, ese pulso empieza a recobrarse.
No solo es la leche en polvo. Toda la materia prima está mostrando señales de recuperación. La industria, la Administración y los ganaderos coinciden: la tendencia del mercado ha cambiado. Frente a lo que sucedía hace solo unos meses, hay industrias, sobre todo pequeñas queseras, que buscan leche para comprar. Al mismo tiempo, hay ganaderos que no han logrado producir lo suficiente para hacer frente a sus contratos de entregas. En algunos países comunitarios como Italia, Holanda, Polonia o Alemania, la cotización de la leche para empresas fabricantes de derivados lácteos necesitadas de producto al instante han llegado a superar los 37 céntimos el kilo; muy lejos de los 20 céntimos que paga la UE por los excedentes de las cuotas de producción.
En suma, por primera vez en muchísimos meses, en Europa no sobra leche. Para el sector, hay dos explicaciones para la contracción de la oferta. Por un lado, en todo el planeta la crisis ha llevado a las explotaciones a desaparecer, sea por la conversión de los ganaderos a la producción de carne o simple y llanamente por el cierre. En España se han llegado a perder dos granjas lecheras diarias: hoy hay menos de 16.000. Aun así, Europa, con su económicamente bien dotada política agraria, ha resistido mejor que los países del hemisferio sur, con Nueva Zelanda a la cabeza.
La otra causa es un incremento de la demanda, sobre todo por parte de China, así como de países de Oriente Próximo y el norte de África gracias a las ingentes compras de los Gobiernos. Estos dos factores han provocado una fuerte reducción de los inventarios estratégicos en los países consumidores, que deben ahora asegurarse un aprovisionamiento a medio y largo plazo. En todo caso, es el fin de una de las crisis más largas de la historia del sector, provocada por la suma del exceso de producción y el fin del sistema de cuotas que costaba a la Unión más de 1.000 millones de euros (y 20 millones a la Administración española). Según los datos manejados por la interprofesional del sector, los precios desde el inicio de la crisis descendieron más de un 14% (por debajo, no obstante, de la media comunitaria del 17%). En Galicia, la gran zona de producción láctea de España, el litro de leche se paga de media a 27 céntimos el litro.
Bruselas no ha escatimado fondos ante los potentes intereses lácteos de los países del norte de la UE, con Alemania a la cabeza. Sin embargo, se ha tratado de una gestión lenta y llena de indecisiones, y que ha supuesto igualmente pérdidas elevadas al conjunto del sector productor y el cierre de miles de explotaciones en las zonas menos favorecidas.
Reclamo del ganadero
Lo que buscan ahora los ganaderos es que esos precios al alza lleguen a sus bolsillos. Para Román Santalla, de la asociación ganadera gallega Unións Agrarias, la industria debe repercutir sin demora la subida de los precios de los productos industriales en sus contratos de compra de leche. Lo mismo debe hacer la gran distribución, opinan los ganaderos, que no puede seguir vendiendo leche como un producto de oferta en una situación de demanda al alza.
El primero en abrir la veda ha sido el Grupo Río, que ha subido el precio al ganadero entre uno y dos céntimos en origen. Tradicionalmente, la empresa —con mucha presencia en Galicia— ha sido una de las que menos han remunerado la leche que adquirían. La esperanza del sector está en que el ejemplo se extienda y contagie, sobre todo, a Lactalis, la líder del sector con marcas como Puleva, Lauki, Président, Flor de Esgueva y Gran Capitán.
Pero para que el optimismo de los ganaderos gane cuerpo, hace falta algo más que un incremento de la demanda. La UE tiene almacenadas, directa o indirectamente, más de 375.000 toneladas de leche en polvo y un gran volumen de mantequilla, fruto de la compra de leche a precios intervenidos. Soltar ese excedente en el mercado de un tirón hundiría los precios, por lo que el sector exige que se haga de forma progresiva.
Por otro lado, la Unión sigue incentivando el descenso de producción. Bruselas acaba de dar luz verde a un paquete de 150 millones de euros que, durante tres meses y en varias fases, eliminará temporalmente la producción de algo más de un millón de toneladas de leche (de las que 31.000 toneladas serán en España). A cambio, el ganadero se lleva 14 céntimos por cada kilo sin producir.
En España, hay señales esperanzadoras para otro de los objetivos del sector, el de incentivar la producción de derivados para reducir la leche disponible en el mercado. En esa dirección va el acuerdo por valor de 70 millones de euros entre la Xunta de Galicia y la empresa manchega Liasa —a través de la sociedad Goodleit— para la construcción de una planta en el municipio coruñés de Curtis. La factoría podrá transformar 430.000 toneladas de leche al año, casi el 20% de la producción gallega.
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