La exportación de coches mexicanos sufre la peor caída desde 2009
El descenso del 15,6% en abril es un síntoma de la debilidad generalizada de la economía mexicana
El sector automotriz, uno de los mayores pulmones de la economía mexicana, se está desinflando. La producción ha disminuido un 5% durante el mes de abril y las exportaciones otro 15,6%, el peor dato desde septiembre de 2009. En un sector tan volcado hacia el exterior —más de dos terceras partes de los coches de México se colocan fuera de sus fronteras— cualquier estornudo en la demanda internacional se convierte en un enfriamiento severo del motor mexicano.
El adiós definitivo al ciclo alto de las materias primas y las turbulencias en los mercados de divisas encaminan a Latinoamérica hacia su segundo año en recesión. Mientras que Estados Unidos, el gran importador que recibe más del 80% de los coches del vecino del sur, sigue apuntalando con cautela su recuperación y ha estancado ligeramente las compras. “La exportación se vio influida por los paros técnicos de algunas armadoras y por la situación económica internacional”, apuntan desde la AMIA, la patronal mexicana de la industria automotriz.
Las plantas de las armadoras internacionales, instaladas desde hace años en el país, han respondido a la coyuntura —un cuatrimestre entero de caídas exportadoras— levantando también el acelerador de la producción mensual. Ford Motor la redujo un 35,6%, Mazda bajó un 30,5, y Chrysler otro 28,4%.
Pese a la participación residual en la tarta exportadora de Latinoamérica y Europa —un 14% en conjunto—, el profundo recorte en sus importaciones ha hecho mella en la fotografía final del cuatrimestre. En Brasil, hundido en una grave crisis política y económica, han caído más de un 60%, mientras que en Colombia, que se debate también al filo de la recesión, perdieron otro 40%. La locomotora alemana, el tercer importador de coches mexicanos, registró un frenazo del 36%.
Empleo en la industria
La suma de todos esos agujeros no ha podido ser cubierta por el tirón de EE UU, que cayó ligeramente en abril, pero que se ha mantenido en el acumulado de todo el cuatrimestre. “Las ventas en Estados Unidos siguen siendo robustas. Pero hay señales de un menor dinamismo. El empleo manufacturero está cayendo y la confianza del consumidor se ha resentido en los últimos meses”, apunta Olaf Sandoval, analista económico de la casa de análisis GBM. Los últimos datos del mercado de trabajo reflejaron la buena marcha de su economía —en una situación de prácticamente empleo pleno—, pero la mayor preocupación está siendo precisamente el empleo en la industria. Se perdieron 29.000 puestos de trabajo en un solo mes.
El tirón de la demanda interna
La industria automotriz suele ser un ejemplo por el que los políticos mexicanos sacan pecho. El sector supone, sin embargo, apenas el 3% del PIB nacional y se resiente de las mismas flaquezas que afectan al resto de la economía mexicana. "El país depende mucho del desempeño global", apunta el analista de GBM. La atonía internacional ha vuelto a lastrar las predicciones de crecimiento del Gobierno, que volverán a quedarse en un exiguo 2,5%. La demanda interna, con desempleo bajo, fuertes remesas, inflación controlada y crecimiento del crédito, permanece como la única palanca confiable. Las ventas de coches dentro de México crecieron un 16% en el cuatrimestre. Pero esas 465.000 unidades solo representan un tercio de la producción total.
El tratado de libre comercio firmado por ambos países en 1994 ensanchó las rutas para que el que el capital volara hacia nuevos refugios más rentables. El motor mexicano se convirtió en un foco de atracción por sus bajos salarios y la ventaja logística de tener el mayor mercado del mundo a tiro de piedra. Las grandes empresas europeas, asiáticas y estadounidenses se trasladaron a México. Comenzó la gran deslocalización, ese fenómeno que ha devastado ciudades como Detroit y contra el que Donald Trump ha lanzado algunas de sus soflamas más incendiarias.
Mientras EE UU perdía músculo industrial, su vecino del sur engordaba y engordaba. Con cerca de un millón de empleos, el sector mexicano arrebató el año pasado a Brasil el primer puesto en la producción de automóviles de Latinoamérica. En el tablero internacional, México se coloca como el séptimo productor y el segundo exportador del mundo.
“En una industria tan global, los datos mensuales no reflejan las tendencias de medio y largo plazo. Nosotros seguimos viendo un panorama optimista. La inversión durante el cuatrimestre fue de 1.800 millones de dólares, en línea con las buenas cifras de años anteriores”, indica Armando Cortés, director ejecutivo del sector automotriz de ProMéxico, el organismo público dedicado a promover la inversión extranjera.
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