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¿Se puede comprar un país?

La paralización en Australia de la venta de una gran extensión de terreno a un consorcio chino reaviva el temor a un nuevo colonialismo

Cristina Galindo
Finca dedicada a la cría de ganado en Inverell (Australia).
Finca dedicada a la cría de ganado en Inverell (Australia).C. Gottgens (Bloomberg)

Una oleada de compras masivas de tierra recorre el mundo. Grandes inversores están gastando millones en la adquisición de terrenos, principalmente para cultivos y ganado. Pero este fenómeno suscita recelos. ¿Se trata de un nuevo colonialismo? ¿Comprar una parte considerable de un país compromete su soberanía o las reservas que estas operaciones generan son una mera excusa proteccionista? El reciente bloqueo por parte de Australia de la venta de una gran extensión de tierras —equivalente a un 1% de su vasto territorio— a un consorcio liderado por una compañía china es la última muestra de esos recelos.

La centenaria S. Kidman & Co, protagonista de la controversia, se dedica a la cría de ganado para exportación de carne y controla terrenos de pastoreo de unos 100.000 kilómetros cuadrados (una quinta parte de España). El grupo liderado por la china Shanghai Pengxin Group, en el que también participan empresas australianas, ha hecho una oferta, valorada en unos 325 millones de euros. Pero el Tesoro australiano ha paralizado la operación, expresando sus dudas sobre si esta oferta responde a los intereses nacionales dado “el tamaño y la importancia” de dichos activos, que dan cobijo a unas 200.000 cabezas de ganado. Una posibilidad a estudiar sería vender el terreno en trozos más pequeños, porque, según las autoridades australianas, ningún país permitiría que capital extranjero se hiciera con tal pedazo de su territorio. El año pasado la vecina Nueva Zelanda ya rechazó una oferta similar de la misma compañía.

Desde 2000, han pasado a manos extranjeras 40 millones de hectáreas, un tamaño superior al de Alemania

En los países menos pudientes es más difícil poner trabas. El apetito de Pekín por comprar terrenos es bien conocido en África, que es con diferencia la región que más parte de su territorio ha vendido a extranjeros, seguida de Asia. Pero, ¿cuánta tierra ha sido adquirida en todo el mundo con fines inversores o para cultivos y cría de ganado en la última década? Imposible saberlo con exactitud. Según Land Matrix, una organización internacional que rastrea este tipo de operaciones, se han cerrado 1.100 compraventas desde 2000. En total, han pasado a manos extranjeras 40 millones de hectáreas, es decir, una superficie mayor que Alemania. Los principales inversores: Estados Unidos, Malasia, Singapur, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido. China no aparece aún en esa lista, pero es el segundo país más activo en la compra de tierra tras Arabia Saudí si se contabilizan las operaciones que están todavía negociándose.

Naciones Unidas ya advirtió en 2008 contra este nuevo “neocolonialismo alimentario”. Pero la avidez por las tierras tiene a veces un objetivo puramente financiero. Hay fondos de inversión que incluyen la compra de terrenos como un modo más de ganar dinero, lo que en ocasiones puede someter a los cultivos a las caprichosas tensiones de los mercados (por ejemplo, el interés por la promoción del biocombustible se tradujo en un aumento de los precios de la soja). Un ejemplo de esa preocupación se ha visto recientemente en la provincia canadiense de Saskatchewan, que ha prohibido que los fondos de pensiones compren tierras de cultivo de la zona para evitar “la especulación de Wall Street”.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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