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Bruselas ve graves desequilibrios en España por la deuda y el paro

La Comisión ve también problemas en Alemania por su insuficiente inversión

Claudi Pérez
El comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, conversa con el ministro español de Economía, Luis de Guindos.
El comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, conversa con el ministro español de Economía, Luis de Guindos.EFE

El euro cumplirá su mayoría de edad el año próximo con enormes desequilibrios entre los 19 países que comparten la moneda única. La Comisión publica hoy el Informe sobre el Crecimiento de 2016, en el que refleja las enormes divergencias entre el Norte y el Sur, entre los países acreedores y las economías periféricas. En un texto plagado de señales de alerta, Bruselas advierte a Alemania de sus enormes desequilibrios macroeconómicos, con un superávit por cuenta corriente que se acerca al 10% del PIB y que refleja enormes riesgos “por la insuficiente inversión pública y privada”, algo que la UE lleva diciendo durante años y a lo que Berlín hace oídos sordos. Justo en el otro lado de ese mapa acreedores-deudores, España acumula también desequilibrios excesivos: la Comisión avisa de la pérdida de mercados exportadores, la insuficiente posición inversora neta, la abultada deuda pública, privada y exterior y los niveles de paro y de pobreza, en el podio europeo y mundial.

La Comisión subraya la mejoría experimentada por España. Pero a la postre sitúa a la economía española entre las que peor llevan el legado de la Gran Recesión, con desequilibrios macroeconómicos excesivos. Las mayores dudas son “la sostenibilidad de la deuda privada, pública y exterior y el ajuste en el mercado laboral”. La mejora en el empleo, sostiene Bruselas, no se ha trasladado a la reducción de los indicadores de pobreza, que siguen “entre los más altos de la Unión Europea”.

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La eurozona apenas ha conseguido poner en marcha una recuperación “modesta”, muy inferior a la de otras grandes crisis históricas y sobre todo mucho más discreta que la alcanzada por otras áreas económicas, como EE UU, que optaron por políticas menos ortodoxas; menos alemanas. Con una gestión de la crisis insuperablemente mediocre, no ha podido subsanar del todo los defectos de fábrica del euro ni limitar las diferencias difícilmente subsanables a corto plazo de incompatibilidad entre las culturas políticas, económicas e industriales de sus socios. El euro está en medio de una guerra de baja intensidad entre acreedores y deudores: ha evitado el peligro de ruptura, pero nadie espera una reactivación luminosa. La respuesta de la UE a todo ese caldo de cultivo tóxico es más de lo mismo: en un largo documento de recomendaciones de política económica a la eurozona, las ideas de los socios y del brazo Ejecutivo de la Comisión Europea se basan por seguir con la actual política fiscal y encomendarse al Banco Central Europeo y sus medidas extraordinarias, a pesar de que los expertos consideran que la política monetaria apenas tiene ya tracción parea tirar de la economía de la zona euro.

Las cuatro recomendaciones principales no dejan una sola novedad: reformas, reformas y reformas, una política fiscal “neutral” (al menos ya no restrictiva, como después de 2010, con el añadido del plan de inversiones de Juncker) y poca cosa más. Estas son las cuatro más destacadas:

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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