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Bruselas señala que el nuevo Gobierno deberá recortar casi 9.000 millones

La Comisión confirma que la economía española crecerá el 3,1% en 2015 y el 2,7% en 2016, por debajo de lo que espera el Ejecutivo de Rajoy

El comisario europeo de Economía y Finanzas, Pierre Moscovici.Foto: reuters_live | Vídeo: EFE / Video: REUTERS - LIVE
Claudi Pérez

España no es la economía que más crece de la zona euro, sino la cuarta: la Comisión Europea ha confirmado esta mañana que el PIB español crecerá el 3,1% en 2015 y el 2,7% en 2016, tal como ha avanzado este diario, por debajo de lo que espera el Gobierno. Las previsiones de otoño de la Comisión introducen una corrección del déficit, que será aún peor de lo esperado por las últimas revisiones a la baja de los datos macroeconómicos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de una corrección puramente estadística. Pero hace aún más difícil cumplir con los objetivos de Bruselas: la Comisión cree que el déficit público se irá al 4,7% este año (frente a un objetivo del 4,2%) y al 3,6% el año próximo. La desviación de dos décimas frente al 4,5% previsto con anterioridad tiene que ver con la última corrección estadística del INE sobre la cifra PIB y con la imputación al déficit de 2015 de facturas de 1.500 millones de la Generalitat de Cataluña y del Ayuntamiento de Zaragoza, que deberían haber sido incluidas en el ejercicio 2013.

Eso obligaría al próximo Gobierno a actualizar los Presupuestos con un recorte de casi 9.000 millones de euros para cumplir las metas de déficit. O a tratar de acudir a Bruselas para solicitar un año más de ampliación –la cuarta en lo que va de crisis— para cumplir con los objetivos. La Comisión le dio a Francia dos años adicionales cuando crecía apenas el 0,4%. España debería solicitar ese año adicional para llegar al 3% de déficit con crecimientos del entorno del 3%, y después de haber rebajado impuestos en año electoral.

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La métrica de la crisis española es extraña, salvaje: 3-20-100. Con un crecimiento fuerte del 3% (basado en el consumo privado, la baja inflación, la rebaja del IRPF y la mejora del empleo) apenas consigue rebajar la tasa de paro que seguirá por encima del 20% durante el próximo año para caer lentamente al 19% en 2017, tasas totalmente desconocidas en el resto de Europa con la única excepción de una Grecia tres veces rescatada. Y a pesar de los esfuerzos por la consolidación fiscal, España sigue sin embridar el déficit (el mayor de Europa este año y el próximo) y registrará una deuda pública superior al 100% del PIB hasta más allá de 2017.

El análisis de Bruselas explica el sólido crecimiento español básicamente por la demanda doméstica, ante el progresivo deterioro de las exportaciones por la crisis en los emergentes. Ese deterioro ya se deja notar, con un tercer trimestre menos robusto que los anteriores. La reactivación perderá fuelle: del 3,1% que pronostica Bruselas para este año pasará al 2,7% en 2016 y al 2,4% en 2017, claramente por encima de la eurozona, que va de menos a más: el PIB del euro crecerá la mitad que el español este año (1,6%), para afianzarse con alzas del 1,8% y del 1,9% en 2016 y 2017. La Comisión reconoce que esa recuperación es "modesta", "gradual", "tímida". Está por debajo de la que registran otras áreas económicas, incluso por debajo de las recuperaciones experimentadas tras otras crisis. Tiene los pies de barro: los dos motores del crecimiento son el desplome de los precios del petróleo y las compras de activos del BCE, que han devaluado el euro y han mejorado las condiciones financieras. Y presenta grandes desafíos: la Comisión apunta "la volatilidad en los mercados financieros, las expectativas de subidas de los tipos de interés en Estados Unidos y las tensiones políticas", y destaca por encima de todos "la desaceleración considerable de las economías emergentes", y en particular de China.

El comisario Pierre Moscovici destacó los desafíos que siguen ahí: "Inversión insuficiente, estructuras económicas que son un lastre para el crecimiento y el empleo, y niveles de deuda persistentemente altos". Pero a Moscovici le preocupa sobre todo "la falta de convergencia en la zona euro". Durante los primeros años de la moneda única, las economías más pobres se acercaron a las ricas. Eso ya no ocurre y empieza a provocar quebraderos de cabeza en Bruselas, con efectos secundarios preocupantes que suponen el ascenso de partidos antieuro en varios países del continente.

La "modestia" del crecimiento europeo se debe, en parte, "al legado de la crisis", como apunta el informe, pero también a las políticas económicas elegidas, aunque por ese punto Bruselas pasa siempre de puntillas. El análisis de la Comisión reconoce que la inversión "va a acelerarse en los dos próximos años, pero por debajo de las tasas de recuperaciones pasadas. Europa tiene un problema de demanda, incertidumbres políticas y económicas y presiones para desapalancar el empacho de deuda acumulado durante los días de vino y rosas de la burbuja. Está explorando los límites de la política monetaria, que ya no tiene más tracción. Y Bruselas parece cómoda con "la política fiscal neutral", que se va a "mantener a lo largo del horizonte de estas previsiones", y con gigantescos superávits comerciales en Alemania y Holanda, del entorno del 10% del PIB, que dificultan sobremanera el ajuste del conjunto de la zona euro.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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