¿Por qué la subida del SMI tributará a más del 40% en el IRPF si Hacienda no adapta el impuesto?
El salario mínimo interprofesional llegará en 2025 a los 16.422 o 16.576 euros anuales. Si el mínimo exento no se ajusta, los beneficiarios tributarán por primera vez por el salario mínimo
El Ministerio de Hacienda ha desatado la polémica al confirmar que está estudiando la posibilidad de no adaptar el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) a la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) una vez que esta se produzca, como sí hizo con los incrementos anotados en los últimos años. Eso haría que, por primera vez, parte de sus beneficiarios tuviesen que tributar a un tipo superior al 40% por el exceso de renta que haya entre el mínimo exento actual, situado en 15.876 euros, y el nuevo suelo salarial que se decida. Esta anomalía en el funcionamiento del impuesto, que implica un recargo fiscal de unos 43 céntimos por cada euro de más en los ingresos, afectaría también al resto de rentas bajas, hasta aproximadamente los 21.000 euros anuales.
El SMI, según las recomendaciones de los expertos del Ministerio de Trabajo, llegará en 2025 a los 16.422 o 16.576 euros anuales, siempre en 14 pagas, lo que implica una mejora retributiva de 546 o 700 euros por ejercicio. El problema es que, sin una adaptación del mínimo exento del IRPF a ese incremento, los trabajadores que perciban el nuevo salario mínimo tendrán que pagar 233 o 300 euros anuales a Hacienda, en función de cuál sea la subida. En ambos casos supone perder casi el 43% de la mejora retributiva a través de la retención que practica el empleador, ya que la obligación para presentar la declaración de la Renta no opera hasta los 22.000 euros anuales.
Ese gravamen del 43%, inusualmente elevado para tratarse de rentas bajas, es el tipo marginal máximo que permite la ley y se explica por el diseño con el que opera el impuesto sobre la renta, que sufre de un comportamiento errático en los tramos inferiores. Las consecuencias de esta distorsión se ven cuando un contribuyente supera ciertos umbrales de ingresos. Dicho de otra forma: ese momento en el que, por cada euro que gana de más, debe tributar también en mayor medida.
El fenómeno se produce por la simbiosis entre dos conceptos. El primero es el mínimo exento, que marca el límite a partir del cual hay que rendir cuentas con Hacienda. El ministerio plantea dejarlo fijado en los 15.876 euros actuales, lo que equivale al SMI actual. El otro es la aplicación de las reducciones por rendimientos del trabajo. La mezcla de ambos es la que provoca que los trabajadores soportan una retención excesiva. Es un fallo en el esquema del gravamen, ya que el tipo marginal, una vez que se superan estos umbrales, vuelve a bajar drásticamente para las rentas inmediatamente posteriores (hasta el entorno del 30%) y empieza a subir progresivamente a medida que crecen los ingresos.
¿De dónde viene este problema? Existen varias reducciones por rendimientos del trabajo, que supone la principal fuente de renta de los contribuyentes. La primera reducción, por norma general, es de 2.000 euros para todos los asalariados. Y a ella se le unen otras adicionales de carácter variable. Se empieza con una de 7.302 euros para quienes tienen rendimientos iguales o inferiores a 14.852 euros anuales, y el beneficio va aminorándose poco a poco a medida que se aumenta la renta, desapareciendo a partir de los 19.747,5 euros anuales. Es decir, según aumenta el salario va decayendo la ventaja fiscal a la que se tiene derecho. Es eso lo que provoca que el marginal se dispare hasta superar el 40% en esos tramos.
En la práctica, siempre y cuando se confirme que Hacienda no acompasa el mínimo exento con la subida salarial que se vislumbra, los contribuyentes que ganen el nuevo SMI (16.422 euros en el primer escenario, 16.576 euros en el segundo) tendrán que tributar por 546 o 700 euros, respectivamente, una cifra que es el resultado de restar el mínimo exento de la futura nueva referencia retributiva. En el primer caso, el contribuyente sufrirá una retención de 233,19 euros, y en el segundo será de 300,03 euros.
A partir de estos tramos, el resto de rentas bajas también soportarán una tributación marginal del 43%. Así, un asalariado que llegue a los 17.000 euros tributará por 1.124 euros (de nuevo en el supuesto de que el mínimo exento se mantenga en los 15.876 euros) y pagará como retenciones 483 euros. Un trabajador que cobre 18.000 abonará 913,32 euros, otro que llegue a los 19.000 perderá 1.343 y otro que gane 20.000 pagará 1.773 euros.
El comportamiento errático del impuesto en estos tramos lleva sucediendo desde hace ya muchos años. Por eso, con las últimas subidas del SMI, Hacienda ha adaptado siempre el mínimo exento del IRPF para minorar el recargo fiscal que sufrirían las rentas más bajas. Es lo que sucedió, sin ir más lejos, en 2024, cuando tanto el salario mínimo como el mínimo exento subieron desde los 15.000 a los 15.876 euros.
La opción de Hacienda abre la puerta a un nuevo frente de batalla entre el Gobierno y la oposición. El año pasado, cuando el Ejecutivo anunció la subida del SMI a estas alturas del ejercicio, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, exigió rápidamente al presidente, Pedro Sánchez, la actualización del IRPF y dijo que “lo lógico” sería que el Estado no incrementara su recaudación tributaria y que los trabajadores percibieran en sus bolsillos la subida íntegra del salario. Tan solo dos días después, Hacienda llevó a audiencia e información pública el borrador del real decreto que preveía la corrección. Además, desde el ministerio recordaron hace un año que, siempre que subía el SMI, el Gobierno acompasaba la medida con modificaciones en el IRPF para evitar un impacto excesivo en las retenciones. “Y esta vez no será una excepción”, añadieron entonces.
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