Grandes vinos por dos euros
El enólogo Joan C. Martín aconseja sobre cómo elegir el mejor producto
Entre las secciones de un supermercado, la de los vinos supone uno de los retos más grandes para el consumidor. Delante de interminables filas de botellas, etiquetas con nombres altisonantes y decenas de procedencias tanto autóctonas como internacionales, los criterios para hacerse con un producto de calidad no son exactos. Gastar mucho dinero conlleva saborear un buen producto, eso es así. Aunque no es estrictamente necesario: hay vinos que merecen un sitio en la mesa pese a costar poco más de un euro. Entender cuáles son no es tarea fácil. Así que el enólogo y escritor valenciano Joan C. Martín ha redactado una guía para ayudar al consumidor a llevar esa labor a cabo: Los Supervinos 2015 clasifica 150 vinos cuyo valor varía desde poco más de un euro hasta menos de 14.
¿Cómo se distingue, entonces, un buen vino entre los muchos que ocupan los estantes de un supermercado? “Hay que revisar los lineares de izquierda a derecha y de arriba y abajo. Las estanterías más cerca del suelo, donde acaban los vinos con menos circulación, esconden a menudo productos interesantes. Y hay que leer las etiquetas: uno de los criterios que hemos usado para clasificar los vinos en la guía es la información que las bodegas imprimen en ellas: si es exhaustiva ayuda, por ejemplo, a entender que la diferencia de precio entre dos vinos está en el mayor valor de un envase respecto a otro y no en el producto en sí”, asegura Martín, que procede de una familia de viticultores de la provincia valenciana y que, tras una vida en el mundo del vino, es hoy director de la asociación Aula Vinícola.
Zonas vinícolas que emergen
Más allá de las denominaciones de origen más famosas, como Rioja o Ribera del Duero, el panorama vinícola español se va poblando con nuevas zonas cuya producción destaca por su calidad.
“La región catalana de Empordá está haciendo cosas geniales y a muy buen precio”, explica el enólogo y divulgador de temáticas vinculas con el vino Joan C. Martín. “Es una región pequeña, de poco más de 2.000 hectáreas, pero produce nueve tintos que se van a convertir en una referencia europea. Son vinos que encierran la unión entre mar y montaña, elaborados respectando antiguos procesos y prácticas vitícolas y culturales, que garantizan una elevada calidad”. Martín subraya también el alto nivel de los productos de Alicante, que concentra la materia ecológica tinta mejor de España”. Asegura, además, que los vinos extremeños triunfarán a lo largo de los próximos años: “Los productos de la tierra de Extremadura están ricos y tienen buen precio, responden a la combinación de valles, ríos y montañas típicas de Extremadura, y reflejan el clima continental cálido que caracteriza esa región. Su elaboración acentúa estas calidades gracias a practicas vitícolas que tienen un valor antropologico, ya que respetan muchas antiguas tradiciones”.
También los vinos andaluces merecen la mención de Martín. Se trata los vinos de las sierras, y en particular de las Alpujarras y de la sierra de Málaga. Son productos que el experto define como “minoritarios” y “exquisitos”, vinos de montaña “que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo”.
Martín motiva el auge de determinadas regiones con la labor que están llevando a cabo las Asociaciones de denominación de Origen (ADO), fundamental para el desarrollo de este sector: “La ADO de Cataluña y la de Castilla y León están llevando a cabo un trabajo excelente. Han entendido lo beneficioso de controles severos que favorecen a las pequeñas bodegas cuyas producción cumple con elevados estándares de calidad. Y los resultados no han tardado en llegar”, asegura Martín.
La variedad en los supermercados no es casual: según los datos de 2012 de la Organización Internacional de la Viña y del Vino, la superficie vinícola española es la más extendida del mundo —sus 1.018 hectáreas de viñedos constituyen el 13,52% de la extensión global— y convierte al país en el tercer productor con 30,4 millones de hectolitros al año, el 12,06% del total. Martín asegura que la verdadera riqueza del vino español es su variedad, aunque las instituciones la desaprovechen. “Se produce en regiones con múltiples orografías, tradiciones, idiomas y costumbres. Esta diversidad es la fuerza del vino español, pero mientras en Italia y Francia hay centenares de denominaciones de origen, en España son poco más de 80”.
El consumidor español, por el contrario, sabe valorarla: “La acción divulgativa de las bodegas y de la prensa ha hecho que el comprador busque productos distintos, desde el vino que bebe todos los días hasta la botella más cara para una ocasión especial. Y esto ha inducido una diversificación de la calidad y de los precios del vino español. El mercado ha vivido una metamorfosis que ya se venía anunciando antes de la crisis, y que la coyuntura económica ha acelerado”, matiza.
Martín explica que la combinación de crisis económica, introducción del carnet de conducir por puntos y competencia entre las 3.000 bodegas y las 15.000 marcas que pueblan el panorama vinícola español ha agudizado el cambio del sector. “Hace ocho años se consumía el 55% del vino en la hostelería y el 45% en casa. Ahora es al revés. Los grandes establecimientos han percibido este cambio y han conseguido atraer al consumidor: en España se consumen 1.200 millones de botellas de tres cuartos de litro al año”.
¿Y cómo logran vender productos de calidad por precios tan baratos? “Los supermercados se han convertido en un eslabón más de una cadena que reduce los precios. Desde los noventa, las bodegas han aumentado la producción por hectárea y mejorado las técnicas de envasado, y hoy en día ofrecen la misma calidad por menos dinero. Los supermercados, con sus compras directas de grandes cantidades y los menores gastos logísticos y de distribución, han contribuido en reducir aún más este coste”, detalla Martín. Y la formula parece funcionar. La Encuesta Industrial de Empresas elaborada por el INE en 2012 —la última disponible— cifra el beneficio de las bodegas españolas en 250,9 millones de euros, con un incremento del 23% respecto al año anterior. Las ventas ascendieron a 6.190 millones y aumentaron un 5,13%. Pero mientras las exportaciones sufrieron un retroceso del 7,65%, las ventas en el mercado interior subieron un 12,29%.
Los nuevos escenarios han hecho que también bodegas de renombre se adecuen a esta tendencia. En la guía escrita por Martín aparecen productores prestigiosos, que pertenecen a grandes denominaciones de origen, y que sin embargo han empezado a producir vinos baratos. El enólogo subraya también el valor de bodegas que define “transhistóricas”, como por ejemplo Sangre de toro, que acaba de cumplir 50 años y que “ha demostrado todo su valor al resistir todo este tiempo en el mercado, algo que es garantía de la calidad de sus productos”.
Así que más allá del precio, Martín explica que para comprar un buen vino hay que tener cultura enológica: “No hay nada mejor que un vino mezclado con gaseosa en verano, ni está mal beber vino tinto con sushi, aunque sea pescado. Pero hay que saber cuál es el producto adecuado”, sonríe.
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