Lucha por el control de la patronal
Las pymes alimentarias buscan frenar el poder de las multinacionales en la FIAB
La Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) celebrará el día 16 su asamblea general con el objetivo de elegir un nuevo consejo de dirección. La reunión se considera clave para zanjar dos cuestiones con importantes consecuencias para el sector. Una, la batalla por el poder en la FIAB, en la que el grueso del sector —pequeñas y medianas empresas— rechaza el control de la organización por parte de unos pocos grupos multinacionales. Dos, la oposición a la continuidad de su presidente, Pedro Astals.
La FIAB, compuesta por más de 40 asociaciones, se constituyó en 1977 por iniciativa de las empresas y con el apoyo del Gobierno; con el objetivo era el de consolidar el sector alimentario. En el proceso fue importante el trabajo de muchas empresas de capital nacional y el apoyo de los grandes grupos multinacionales ubicados en España donde, además de tener un mercado, disponían de numerosas plantas de producción; muchas de las que fueron más tarde desplazadas a otros países. Durante más de tres décadas, las organizaciones sectoriales han apuntalado a la patronal. Sin embargo, en los últimos años, las grandes firmas han ido ganando peso en el seno de la organización y anteponiendo, según las pymes, sus intereses a los de cada sector.
Los grandes grupos producen el 30% y cuentan con el 25% de los votos
Fue entonces cuando se constituyeron dos grupos que empezaron a reclamar más voz y voto en la organización. Por un lado, el llamado Foro Interalimentario, compuesto por las empresas alimentarias interproveedoras de Mercadona y que representan aproximadamente el 30% de la producción del sector. Por otro, se constituyó la Asociación Multisectorial de Empresas (AME), formada por 25 empresas que suponen más del 20% de la producción. Este frente ha sido promovido por los grandes grupos multinacionales en España como Danone, Nestlé, Lactalis, Mondelez, Pepsico, Coca-Cola, Unilever, Kellogg, Panrico o Bimbo, junto a grandes empresas españolas con intereses externos como Campofrío, Nutrexpa, Gallina Blanca, Capsa, Pascual, El Pozo, Helios, Calvo o Pescanova; a quienes desde los sectores nacionales ven como simples compañeros de viaje de las multinacionales.
La FIAB permitió el ingreso de la AME con el compromiso de aportar el 30% de las cuotas de la organización a cambio de disponer del 25% de los votos. Para ello, la patronal modificó sus estatutos en 2011. No se hizo sitio, sin embargo, para dar entrada a las empresas del Foro Interalimentario ligadas a Mercadona.
Sobre el papel, la AME cuenta solo con ese 25% de los votos. Pero la realidad es otra. Su peso es mucho mayor si se tiene en cuenta que esos grupos dominan a su vez las estructuras de organizaciones como las del agua mineral, refrescos, leche o carnes.
Las organizaciones sectoriales, en manos de las pymes, aseguran que el dominio de estos grandes grupos ya se ha hecho sentir en las políticas de la patronal. Estos productores denuncian que la FIAB ya se ha orientado hacia la defensa de los intereses de los grandes grupos en materia de fiscalidad, sanidad, calidad alimentaria o protección del medio ambiente. Por el contrario, subrayan que se han dejado en un segundo plano cuestiones como la investigación y la innovación, la política de apertura de los mercados exteriores o las reivindicaciones ante las políticas de la UE, aspectos que ya tienen cubiertas las multinacionales.
Un segundo debate abierto es la figura del presidente Astals, designado para el cargo por un plazo de tres años en una asamblea extraordinaria en mayo de 2013 por 988 votos, de los que 242 estaban en manos de la AME. Astals había sido consejero delegado de Central Lechera Asturiana pero en el momento de la elección no ocupaba cargo alguno en ninguna empresa.
El presidente dejó claro desde el principio que su puesto no iba a ser figurativo, sino que iba a ejercer el poder. Tradicionalmente era el secretario general quien llevaba el peso de la gestión. Tras unos ajustes en la dirección que provocaron más de una fricción interna, Astals, inició la nueva etapa con el encargo a varias consultoras de un plan estratégico para el sector —valorado en 200.000 euros—, que se halla en fase de redacción. Para mejorar la disponibilidad de financiación, suscribió un contrato con cuatro patrocinadores: Santander, Telefónica, Iberdrola e Indra, de los que obtuvo 200.000 euros de cada uno.
En principio, la asamblea tratará únicamente la elección de un nuevo consejo de dirección. Inicialmente solo se contemplaba la existencia de una única lista oficial. Sin embargo, la deriva de las políticas de la patronal y el malestar de los socios pequeños y medianos dio pie el pasado verano a la creación de una lista alternativa encabezada por Gonzalo Guillén, de la aceitera Acesur.
Finalmente, se produjo un pacto para evitar una mayor división interna y se consensuó una lista única de 15 miembros donde se reparten la representatividad las organizaciones sectoriales y las grandes empresas. A pesar de ese pacto, desde las organizaciones sectoriales se pretende ir ya más lejos en el proceso de renovación y que el mismo afecte también al presidente, a pesar de que apenas lleva un año de mandato. Los contrarios a la continuidad de Astals esperan que, a la vista de las circunstancias, sea el propio presidente quien tome la iniciativa en relación con su permanencia o salida del puesto.
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