Divergencia creciente
Esta semana nos deja muestras adicionales de la divergencia existente entre las directrices de política monetaria de los principales bancos centrales, que responden en gran medida a la desincronización cíclica entre sus respectivas áreas económicas. Igualmente, es destacable la paciencia transmitida entre los bancos centrales más cercanos a iniciar las subidas.
El Banco Central Europeo (BCE) y su homónimo chino han reforzado su apuesta por la laxitud monetaria y la utilización de medidas no convencionales, que se extenderán aún durante muchos meses. Este último inyectaba esta semana 80.000 millones de liquidez a su sistema bancario, situando el crédito bancario sobre el PIB en un inquietante 200%. La nueva medida de estímulo llega en una semana en la que los registros de actividad y de inversión extranjera directa en China han sorprendido a la baja.
Por su parte, el BCE celebraba este jueves la primera de las subastas de liquidez a largo plazo condicionadas a la concesión de crédito (TLTRO). Los 83.000 millones de euros adjudicados se sitúan muy por debajo de las expectativas del mercado (casi el doble), con la diferencia muy probablemente explicada por la ausencia de peticiones relevantes por parte de bancos de países núcleo de la Eurozona. La próxima cita para el BCE, a principios de octubre, es la publicación de los detalles de los programas de compra de valores respaldados por activos (titularizaciones y bonos cubiertos).
En el otro extremo se sitúan el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal. En ambos casos, el mercado descuenta el inicio de las subidas de tipos de intervención en un plazo relativamente corto, cercano a seis meses. De forma paralela a dichas subidas, la expectativa es de toma de medidas que gradualmente reviertan el crecimiento experimentado por sus balances durante más de cuatro años de expansión monetaria cuantitativa. No se discute que, dado que ambas economías, EE UU y Reino Unido, se encuentran en un momento cíclico dulce, es necesario ir comenzando la normalización monetaria.
En cualquier caso, las prisas en este segundo grupo tampoco abundan. Ni en la reunión del FOMC y posterior conferencia de Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, de este miércoles, ni en las actas del último comité de política monetaria del Banco de Inglaterra publicadas el martes, se percibe urgencia alguna por adelantar las subidas de los tipos de interés. En ambos casos, persisten ciertas dudas acerca de la solidez de la recuperación y su traslación a precios y salarios, en un entorno de debilidad cíclica en otras áreas.
En el mensaje de la Reserva Federal se percibe una mayor ambigüedad, posiblemente calculada, para por un lado dejar entrever que las subidas de tipos pueden ser algo más rápidas una vez comiencen, pero por otro no se da pábulo a quienes, en el seno del FOMC, demandan un adelantamiento del inicio de las mismas. Por su parte, el Banco de Inglaterra dejaba claro que el endurecimiento monetario no es inminente, que la recuperación económica debe seguir asentándose y que las presiones en precios son aún moderadas.
José Manuel Amor y Matías Lamas son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi)
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