Recuperación y sostenibilidad
Me llama la atención la definición de la Real Academia Española del concepto “sostenible” como lo “dicho de un proceso que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, p. ej., un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes.” Pues en España va a ser que lo de la ausencia de ayuda externa parece hacerse cada vez más real pero eso de que no se detraigan recursos existentes se antoja complicado. Por ello, de la recuperación a la sostenibilidad económica queda un trecho que separan millones de parados, la devolución pendiente de una importante deuda pública y privada y una agenda reformista que debería mantenerse abierta.
La economía española navegó en medio de una tormenta de deuda soberana y hoy parece avanzar lentamente en un río por el que la corriente apenas fluye lo que plantea la gran pregunta ¿quién rema? Por supuesto, como economista y como ciudadano, me congratulo de que se hayan dejado atrás aquellos días de zozobra y tensión creciente pero cualquier atisbo de complacencia produce tanto o más miedo. Ahí están el FMI y la Comisión Europea para recordarlo una y otra vez, alabando la capacidad para despejar los peores temores a la vez que recordando que, si el esfuerzo cesa, podrían volver. Es más, vivimos un tiempo excepcional porque la gravedad de la crisis ha sido tal que ha requerido que los bancos centrales se adentren en el terreno de la experimentación. Primero la Fed, a pecho descubierto y ahora, poco a poco, el BCE. Esto tiene efectos positivos pero también ha enrarecido la dinámica del mercado. Como recordaba el lunes el director general del Banco Internacional de Pagos en una entrevista a El PAÍS, “hay riesgo de euforia en los mercados”.
En España, entre la recuperación y la sostenibilidad hay un paso intermedio: la consistencia. Crecer es importante pero es muy relevante el cómo se haga. Para que la recuperación tenga efectos de largo plazo hay que apuntalarla. Ser consistente primero para ser luego sostenible. Hay que evitar que a la economía española le suceda como aquel corredor que tras permanecer parado, puede esprintar muy bien durante 100 metros para volver a caer agotado después. Es una buena noticia que, dados los considerables esfuerzos realizados, las previsiones sobre la recuperación de la economía se estén revisando al alza. En todo caso, al respecto de las predicciones, es interesante echar un vistazo al acopio sobre estudios de proyección económica que se hace en el último boletín mensual del BCE. Se señala que durante las épocas de expansión, los errores medios de predicción son, en el peor de los casos, de tres o cuatro décimas pero que durante las recesiones pueden ser de hasta el entorno de los dos puntos porcentuales. Sólo cuando una recuperación se prolonga durante dos años puede empezar a considerarse que las predicciones tienen un error de estimación reducido.
Nada apunta a que la expectativa de crecimiento de la economía española tenga que revertirse pero hay que consolidarla. Que dure y que sirva para reducir el desempleo. Eso sólo es posible con reformas y manteniendo el patrón de devolución de deuda, en el que el sector privado sigue realizando el mayor esfuerzo. Las reformas es lo único que nos separa de confundir un estirón de una recuperación prolongada. El debate y la acción sobre las mismas tiene que seguir abierto. Durante mucho tiempo.
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