Bruselas ve una tenue mejoría en España
La Comisión duplica la previsión de crecimiento hasta el 1% y fija el déficit de 2013 en el 7,2% El desempleo seguirá en torno al 25% al final de la legislatura
Cuatro años después del inicio de las diversas oleadas de recortes y reformas, el déficit público español sigue por encima del 7% del PIB, cifra sin comparación entre los grandes países de Europa. El desempleo continúa en torno al 25%, dato prácticamente sin parangón en todo el mundo. Pero al menos la economía empieza a dar señales de vida. No está el mañana ni el ayer escrito, y menos cuando eso depende de espejismos estadísticos, pero la Comisión Europea vislumbra una tenue mejoría en España. Pese a que el agujero fiscal sigue siendo alarmante, las previsiones de invierno presentadas este martes auguran un crecimiento del PIB del 1% este año, el doble de lo previsto hasta ahora, y del 1,7% en 2015.
Bruselas ya ha fallado con estrépito anteriormente en sus predicciones, por exceso y por defecto; es difícil anticipar el punto de inflexión en crisis mayores como ésta. Pero el empleo empieza a repuntar. La confianza ha vuelto, las condiciones financieras mejoran, el consumo levanta por fin el vuelo. Y España, que ha salido limpiamente del rescate, es además uno de los ejemplos del manual de la Comisión, empeñada en demostrar que su política económica empieza a funcionar tras una larga travesía del desierto.
Esa lectura no es exclusivamente española: Italia, Holanda y Finlandia también saldrán de la recesión este año, junto con los países rescatados que más dudas generan, Portugal y Grecia. Con esos mimbres, la Comisión casi saliente hizo este martes una especie de testamento económico en un informe eterno, de 184 páginas, que se resume de forma sucinta: la reactivación continental toma forma y por lo tanto las discutidas recetas de política económica empiezan —más o menos— a dar resultado. Tras dos años en recesión, el PIB de la eurozona avanzará el 1,2% en 2014, guiado por Alemania. Los presupuestos nacionales están cada vez más saneados, y el paro bajará suavemente en 2014. “Lo peor ya ha pasado”, subrayó el vicepresidente Olli Rehn. Hay por ahí media docena de riesgos preocupantes en el horizonte; los principales, los problemas bancarios y algo que empieza a parecerse al peligro de deflación, una caída general del nivel de precios. Pero aun así la Comisión quiso lanzar un mensaje optimista a menos de 100 días para las elecciones al Parlamento Europeo, con el euroescepticismo al alza y con varios países mostrando claros signos de fatiga tras el constante trasiego de reformas y recortes de los últimos tiempos.
La aceleración de la economía europea es tan tímida que nadie espera ya nada más que una salida lenta: eso es un drama para economías como la española, que tienen que rebajar el desempleo desde las alturas. Y aun así los técnicos de Bruselas son más positivos que otras veces con España. “La reactivación es más firme y el reequilibrio de la economía continúa”, afirmó Rehn. El comisario recomendó a Rajoy, tentado de anunciar una rebaja de impuestos que tenga efectos en 2015 —año electoral—, que vaya con cuidado. “Es un reto reducir los impuestos y alcanzar a la vez los objetivos de déficit”, dijo con exquisita diplomacia. El déficit cerró 2013 en el 7,2% del PIB, y sin contar las ayudas a la banca (que no computan a efectos de Bruselas), en el 6,7%, dos décimas por encima del objetivo. El agujero fiscal será del 5,8% este año, en línea con las metas de Bruselas. El problema empieza ahí: para 2015, España volverá a incumplir si retira las medidas de ajuste ya adoptadas, algo que en algunos casos ha prometido insistentemente. El déficit volvería así a marcharse el año próximo hasta el 6,5% del PIB, dos puntos o 20.000 millones de euros más de lo previsto. El vicepresidente Joaquín Almunia ha explicado ya que no es el momento de bajar impuestos, algo que repiten en voz baja todos y cada uno de los eurofuncionarios, de mayor o menor rango, que conocen las cifras españolas. Rehn no quiso meterse en jardines y defendió que la consolidación se haga “por la vía del recorte de gasto, menos dañino para el crecimiento”. Y aseguró que la reforma laboral “empieza a tener impacto”.
Los datos le dan la razón, pero ese impacto es tan escaso y el paro tan elevado que ese análisis corre el peligro de ser fruto de la necesidad política, con las europeas tan cerca y el Ejecutivo español necesitado de mensajes que justifiquen que el esfuerzo vale la pena. Los costes laborales, que llevan cuatro años a la baja, retrocederán de nuevo en 2014. El empleo crecerá un exiguo 0,1%. Y la tasa de paro española, que desciende con lentitud, acabará 2015 en el 24,6%. En otras palabras: Rajoy cerrará la legislatura con tasas de paro superiores a las que había cuando llegó.
Más allá de España, de entre la superabundancia de cifras generales hay que espigar una: la inflación será del 1% en 2014 y del 1,3% en 2015, lejos del mandato del BCE. En un continente cargado hasta las cejas de deuda pública y sobre todo privada, el fantasma de la enfermedad japonesa está ahí. Rehn ve “peligros” en esa baja inflación, que dificulta el ajuste de la periferia. Guntram Wolf, de Bruegel, va más allá: “Con esos datos, el problema de sostenibilidad de la deuda es mucho más complicado de resolver”. “El BCE debe hacer más”, cierra.
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