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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una bofetada al Bundesbank

Xavier Vidal-Folch

Cinco bravos al bálsamo de Karlsruhe:

Bravo 1: libera a Mario Draghi del secuestro al que le sometía el Bundesbank, que se ensañaba contra las —milagrosas— compras ilimitadas de deuda a corto (OMT). Si estaban cuestionadas, mal podía el BCE emprender el siguiente y urgente paso expansivo contra la cuasi deflación.

Bravo 2: ahuyenta otro derrumbe de la deuda periférica, que salvó el abismo en verano de 2012 al anunciarse la OMT.

Bravo 3: recupera, al declararse el tribunal alemán incompetente, la jerarquía judicial y esquiva una extraterritorialidad imperial en la UE. O sea, jurisdicciones inferiores invadiendo competencias de las superiores, o de territorios ajenos al propio, como hace EE UU: la vieja ley Helms-Burton contra Cuba, el espionaje político...

Bravo 4: es su quinta sentencia que franquea la unión monetaria, tras las de 1993 (Maastricht), 1998 (acceso al euro), 2009 (Lisboa) y 2010 (rescate a Grecia).

Bravo 5: es una sonora bofetada procesal al Buba, que apoyó con ideas y trompetas, a diferencia de Angela Merkel, el recurso contra el BCE. Apostó. No gana. Pierde.

Eso sí, los magistrados le pegan un pellizco de monja, al creer que podría haber excedido su mandato con una operativa que podría implicar “redistribución” de fondos entre Estados. Que lean la réplica de un sensato economista alemán: “cualquier programa de compra de activos puede tener implicaciones fiscales”, también el de la LTRO (las barras de liquidez de un billón de euros), que nadie llevó a los jueces (Guntram Wolff, The ECB’s OMT programme and german constitucional concerns, Bruegel, 2013). Al revés, el programa OMT de compra de bonos encaja en el mandato porque repara la mala transmisión de la política monetaria: “antes del OMT, no funcionaba correctamente”: fragmentación financiera, desniveles de tipos reales finales...

Encaja en su mandato, de “definir y ejecutar la política monetaria de la Unión” (art. 127 del Tratado de Lisboa), y operar “comprando y vendiendo...” y en “operaciones de mercado abierto” (arts. 12 y 18 del Protocolo 4, de valor jurídico equivalente).

Y a ver si todos nos liberamos ya del secuestro mental al que nos somete el Bundesbank con su tramposa lectura de los textos sagrados. Recordé anteayer, y detallo ahora, que además del objetivo principal de “mantener la estabilidad de precios”, el banco central está obligado a apoyar “las políticas económicas generales de la Unión” y sus objetivos establecidos en el artículo 3 del TUE (art. 127 de este, art. 282 del TFUE y art. 2 del Protocolo 4).

Y ese artículo 3 concreta que los objetivos son “el desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento económico equilibrado y en la estabilidad de precios, en una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo [...y] la cohesión económica social y territorial”. Miente o yerra, pues, quien diga que su objetivo único es luchar contra la inflación. También lo son el crecimiento, el empleo y la cohesión territorial. Por ejemplo, evitar con el plan OMT que el Sur se hundiese.

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