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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Expansión condicionada

La evaluación de la calidad de los activos bancarios y la realización de nuevas pruebas de esfuerzo puede deparar sorpresas

La señal más favorable de la economía española al término de este año es el final de la más larga e intensa recesión en muchas décadas. Fue en el tercer trimestre de este año cuando se abandonaron los registros negativos de crecimiento del PIB. El avance del 0,1% no impedirá que el año se cierre con una contracción en el valor de la producción de bienes y servicios superior al 1%. La transición al 2014 seguirá esa senda de tibieza: la mayoría de las previsiones hoy disponibles no anticipa un crecimiento para el próximo año superior al 1%. La OCDE, el FMI y la Comisión Europea consideran que no será superior al 0,5%. Con independencia de la hoy poco relevante diferencia en décimas, lo fundamental es que no será posible en 2014 reducir de forma significativa los dos principales desequilibrios de la economía. El desempleo y el elevado endeudamiento que mantienen los hogares españoles seguirán constituyendo poderosos obstáculos a la recuperación de los niveles de bienestar que mantenía la economía española antes de la crisis. Ambos seguirán limitando el aumento de la renta disponible de las familias, y con ello, su capacidad de gasto. Y este es, recordemos, el principal determinante de la formación del PIB.

Sin el consumo de los hogares y la inversión de las empresas la economía española no abandonará el estancamiento. La contribución del sector exterior al crecimiento, destacada en estos últimos años, no es por sí sola suficiente para asentar ritmos significativos de crecimiento. En todo caso, depende de la propia pulsación de la demanda en nuestros principales socios comerciales. A pesar de la diversificación geográfica de las exportaciones españolas, su dependencia del resto de Europa es muy significativa. Y a tenor de los últimos indicadores, las economías centrales de la región crecen menos que en los primeros trimestres del año. Con datos del tercer trimestre, Francia ha vuelto a territorio negativo, Italia sigue en recesión y Alemania ha reducido su expansión al 0,3%. En ese entorno próximo a la economía española, no faltan elementos generadores de cierta inquietud sobre la evolución en 2014. El más inmediato es la transición a la Unión Bancaria.

La evaluación de la calidad de los activos bancarios y la realización de nuevas pruebas de esfuerzo puede deparar sorpresas en algunos sistemas bancarios que no faciliten la estabilidad financiera en el área. Aun cuando los bancos españoles no sean hoy los más expuestos, perturbaciones en otros sistemas de la eurozona pueden intensificar la actividad en ese círculo vicioso entre deuda pública y salud bancaria. Pueden retrasar, en todo caso, la normalización del mercado crediticio en países como el nuestro.

Junto a esos factores que condicionarán la evolución macroeconómica en 2014, los domésticos, asociados al aumento del riesgo jurídico y regulador, como se ha puesto de manifiesto en el sector eléctrico, a la continuidad de episodios de corrupción o a la indefinición en la gestión de tensiones territoriales, no facilitarán la continuidad de la inversión extranjera directa ni el fortalecimiento de la confianza de los propios agentes económicos españoles. A diferencia de otros elementos que condicionarán la evolución económica en 2014, reducir estas fuentes de tensión si está en manos del Gobierno.

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