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Putin avisa al G20 del riesgo de otra crisis tras el frenazo de los emergentes

China reclama a EE UU prudencia en la retirada de estímulos monetarios

Alejandro Bolaños
Putin cubre a Merkel, durante un espectáculo en el G20.
Putin cubre a Merkel, durante un espectáculo en el G20.YURI KOCHETKOV (EFE)

El barroco Palacio de Constantino, reconstruido en 2002 por orden del presidente ruso, Vladimir Putin, es la sede de la cumbre de líderes del G20 que ha comenzado este jueves en San Petersburgo. Pero también sirve de escenario para un cruce de caminos que dibujará la evolución de la economía mundial. Porque, al tiempo que los países avanzados dan señales, muy diversas, de recuperación, el crecimiento de los emergentes se ralentiza hasta el nivel más bajo en una década. “Hay riesgo de una aguda recaída”, ha advertido Putin en la apertura de la cumbre.

La intensa depreciación de las monedas de varios países emergentes en lo que va de año —con caídas de su valor respecto al dólar superiores al 15% en el caso de Indonesia, India o Brasil—, refleja la masiva salida de los capitales más volátiles; los mismos que, tras la crisis financiera en los países avanzados, reforzaron el flujo de crédito internacional a los países que han abanderado el crecimiento en los últimos años.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), en el informe que ha presentado su directora gerente, Christine Lagarde, al G20 enfatiza hasta qué punto las cosas están cambiando. “En el corto plazo, se espera que el impulso al crecimiento global venga preferentemente de Estados Unidos”, una economía que aún pugna por superar el 2,5% de avance anual. En otras palabras, la perspectiva es un crecimiento débil, que puede derivar en “raquítico”. “Hay un riesgo creciente de que las vulnerabilidades de algunas economías emergentes interactúen con las consecuencias de la retirada de las medidas monetarias extraordinarias en países avanzados”, resalta el informe del FMI.

El FMI espera que sea Estados Unidos quien impulse la actividad económica global

La presión sobre las divisas emergentes que cotizan en los mercados —algo que excluye al yuan chino, cuyo tipo de cambio controla Pekin—, arrancó con los primeros indicios de que la Reserva Federal de EE UU se apresta a reducir su multimillonario programa de compra de bonos y títulos de deuda privada, una vía extraordinaria de inyectar liquidez, ante la gradual mejora de la economía estadounidense. Un movimiento que se traduce en un alza de la rentabilidad de los activos financieros estadounidenses, en detrimento de las inversiones en mercados emergentes.

“Estados Unidos tiene que ser consciente del posible impacto de sus decisiones y cooperar en la estabilidad de los mercados financieros globales”, ha señalado el viceministro de Economía chino, Zhu Guangyao, en el preámbulo de una reunión informal de líderes del bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) en San Petersburgo. El dirigente chino ha insistido en que, sobre todo Europa, que apenas ha salido de la recesión, tiene que tomar más medidas para reactivar el crecimiento: “Están lejos de resolver sus principales problemas, no es momento de ser arrogantes”.

“Creemos que las principales economías pueden hacer mucho más por impulsar la demanda global y la confianza de los mercados”, han concluido los líderes de las cinco grandes economías emergentes antes del inicio de la cumbre del G20, en el que Putin ha recalcado que el crecimiento de Estados Unidos y Japón es aún inestable. La reactivación de las economías avanzadas es una condición necesaria para que los emergentes aprovechen el lado positivo de las depreciaciones, el abaratamiento de sus exportaciones. Porque, para evitar una salida en masa de capitales, los bancos centrales de Brasil, India, Indonesia o Turquía, han tenido que intervenir con medidas (subidas de tipos de interés, controles a los flujos financieros externos) que enfrían el consumo privado y la inversión en esos países.

Hasta ahora, estos países han utilizado de forma muy limitada (sobre todo, India y Brasil), su notable reserva de dólares (2,9 billones entre las 20 economías emergentes que cotizan en los mercados) para intervenir en los mercados y mantener la cotización de sus divisas. Los cinco integrantes del bloque BRICS han pactado este jueves las dotaciones para un fondo de reserva común, presupuestado en 100.000 millones de dólares, del que China (con unas reservas de 3,5 billones) pondrá casi la mitad.

Lo que también han enfatizado China y Rusia es que no habrá ninguna acción coordinada inmediata, como reclamó la semana pasada India. Altos funcionarios de ambos países han insistido en que India (con serios problemas de déficit exterior) o Brasil (con una burbuja de crédito) deben antes hacer frente a sus dificultades. Pekin, con problemas crecientes de deuda, y Moscú, al borde de la recesión, también afrontan amenazas serias, pero con un enorme colchón de divisas.

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