La Comisión Europea refuerza los controles sobre la ‘banca en la sombra’
Bruselas impone colchones de capital del 3% a los fondos del mercado monetario
Lo llaman banca en la sombra o, brillante eufemismo, banca paralela: se trata de entidades que, sin ser estrictamente bancos, llevan a cabo operaciones características del sistema bancario sin someterse a los mismos controles. Hace 30 años eran una parte ínfima de las finanzas; en las tres últimas décadas se permitió que crecieran sin vigilancia, y en 2007 tenían ya un tamaño superlativo. Son una de las causas principales de la Gran Recesión: la banca tradicional buscó estos canales alternativos para evitar la regulación y multiplicar sus beneficios, y con ello asumió riesgos mucho mayores. La Comisión Europea ha dado este miércoles un primer paso para regular esa hipertrofiada banca en la sombra, cuyas actividades en todo el mundo ascienden a 51 billones de euros, equivalentes a la mitad del sector bancario internacional. Es un primer paso timorato, rebajado respecto a las pretensiones iniciales por las presiones políticas y financieras. Pero un primer paso al fin y al cabo.
Berlín y París critican a Barnier y piden más dureza en la norma
La venganza de la política frente al enorme poder de los mercados financieros no acaba de llegar, pero Bruselas ha dado, desde el estallido de la crisis, pasos decisivos en el control de los derivados y de las titulizaciones, a las que ahora se viene a sumar un mayor control a la banca en la sombra. La Comisión ha lanzado una propuesta de reglamento para los fondos del mercado monetario, que no tienen sedes de mármol como los bancos ni proporcionan dinero en metálico en sentido literal, pero funcionan en gran medida como cuentas corrientes, con operaciones a plazos muy breves para empresas. A menudo están respaldados por bancos y su gran tamaño los convierte en un riesgo latente para la solvencia del sector.
El comisario europeo Michel Barnier ha anunciado que obligará a estos fondos a establecer una reserva de capital del 3% de sus activos totales. Asimismo, deberán tener como mínimo el 10% de sus activos en instrumentos de vencimiento diario y otro 20% en instrumentos de vencimiento semanal, para evitar problemas de liquidez que puedan arrastrar a los bancos.
“Hay que evitar que entidades que no son bancos se comporten como bancos sin estar regulados”, ha resumido. Barnier ha tenido que hacer contorsionismo ante el fuego cruzado que ha recibido esta normativa: la industria financiera lleva semanas tocando a rebato en contra de los sucesivos borradores de la regulación —que EE UU tiene aún en la cocina—, mientras Berlín y París le piden más dureza. Los cambios persiguen dar un poco de luz a la actividad de los citados fondos de mercado monetario, algunos hedge funds y firmas con intereses en los mercados de crédito y deuda, radicadas básicamente en Irlanda y Luxemburgo pero que se usan en toda Europa.
Los interesados defienden que esta actividad es un lubricante imprescindible en momentos de sequía de crédito, como el actual, y que la regulación no hará sino empeorar las cosas. Berlín y París, en cambio, han criticado a Barnier por quedarse corto. “Esto no es una guerra contra nadie”, se ha defendido el comisario, “pero hay que evitar que se repitan episodios como los que causaron la crisis”.
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