¿Cuánto es suficiente?
Semana trágica con datos de paro y deterioro de las condiciones de vida
Además de la que divide al norte y al sur, a los países que pertenecen a la zona euro y a los que no, y a los que tienen la triple A en la calificación de sus riesgos y a los más menesterosos, hay otra Europa de dos velocidades: la que representa la UE con su exasperante lentitud en la toma de decisiones, y la del interior de los países que ven empobrecerse a sus poblaciones a una velocidad de vértigo.
Más allá de la falta de confianza en las instituciones, del sufrimiento que las dificultades generan en las condiciones cotidianas de los ciudadanos, hay otro concepto que va emergiendo: la exasperación. La exasperación que provoca la tardanza en decidir mientras se aceleran los problemas. Hasta tan punto de que en las élites financieras y empresariales privadas de los países en dificultades comienza a comentarse con admiración el modelo chino de gobernanza, que implica una gran rapidez en las actuaciones porque éstas no están sometidas a las cauciones de la democracia, con su sistema de contrapesos y división de poderes.
El Consejo Europeo de la semana pasada es representativo de esa lamentable lentitud en los avances. Primero, da la sensación de que las conclusiones son de ida y vuelta: el espíritu de lo que se acordó en junio se cuestiona en octubre y se retrasa un año la puesta en marcha de la unión bancaria y del supervisor financiero único. Recordaba sistemáticamente uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin, que el tiempo es dinero y este retraso puede costarle, por ejemplo, a nuestro país 40.000 millones de euros, un 4% del PIB español, en recapitalizar a sus bancos. Segundo, no hay ni una mención a aquello de lo que hablan, casi con unanimidad absoluta, todos los economistas: la necesidad de un pacto por el crecimiento y el empleo, ni rastro de la tasa de transacciones financieras que ayude a sufragarlo. Por último, ausencia de todo tratamiento de lo que hasta el día anterior a la cumbre ha interesado a sus opiniones públicas: qué ocurre con el rescate a España y, sobre todo, si se van a flexibilizar los objetivos de déficit (ante el deterioro de la coyuntura, pero sobre todo ante el hecho de que la crisis económica va deviniendo en una crisis social importantísima) en países como España, Portugal o Grecia.
Italia dice “nosotros no somos España” y España dice “no somos Grecia”
Tampoco se ha atisbado la alianza de países como Francia, Italia y España (con Gobiernos de distintas tendencias) frente a la hegemonía alemana, sobre todo, de estos dos últimos que son el rompeolas de la especulación. Muchos representantes italianos dicen “nosotros no somos España” del mismo modo que nosotros afirmamos que “España no es Grecia”.
La segunda parte de la representación de estas dos realidades es nítida en España: más allá del deterioro de las condiciones de vida (que se cuantificará hoy en la encuesta anual del Instituto Nacional de Estadística) y del aumento del desempleo (el viernes se conocerá la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre del año), se van conociendo indicadores parciales que muestran la aceleración del desastre. Valgan tres de ellos: hasta el mes de septiembre pasado nuestro país sufre la mayor caída del poder adquisitivo en 27 años. Con datos del Banco de España, las familias han perdido más de un 16% de su riqueza financiera (efectivo, depósitos, acciones…) en relación a hace un año, y si se calcula lo ocurrido desde el año 2006, el anterior al inicio de la Gran Recesión, este porcentaje sube a un tercio del total. Por último, según un informe del Credit Suisse, esas mismas familias han sufrido hasta mediados de 2012 una pérdida de riqueza total del 18,4% respecto a 2011, lo que representa la caída más acusada registrada entre las economías de la zona euro. ¿Cuánto más es suficiente?
No parece ser esa la opinión de los dos representantes paralelos de nuestra economía: mientras Cristóbal Montoro afirma en Sevilla que “España está cada vez más cerca de la salida de la crisis”, Luis de Guindos apuntó como un dato positivo que “no se producirá un deterioro adicional importante en el tercer trimestre”. Lo que no deja de tener mérito considerando que estamos en la sima de una recesión.
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