De luto por el empleo público
Miles de funcionarios se movilizan en sus puestos de trabajo, “hartos” de que recaiga en ellos el principal peso de la factura de la crisis
Los trabajadores del sector público han intensificado las movilizaciones en las principales ciudades de España desde que el pasado miércoles el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunciara drásticas medidas en contra de sus condiciones laborales. Hartos de pagar el pato están dispuestos a organizarse y a salir a la calle las veces que haga falta.
En Madrid desde hace más de dos meses alrededor de un centenar de trabajadores se concentra en la puerta del Instituto Nacional de Estadística en lo que ellos llaman los “viernes negros”. En esta última concentración el ánimo de los funcionarios estaba más caldeado que de costumbre. “Esto no puede quedarse en concentraciones simbólicas. El Gobierno va a seguir recortando mientras nosotros estemos de vacaciones”, criticaba un grupo de trabajadores. “Estamos hartos de ser los malos de la película. Me molesta mucho que la gente piense que somos unos vagos. A mí nadie me ha regalado nada. Yo trabajo de 9.00 a 17.00 y gano 1.200 euros”, comenta enfadado Juan Carlos Galeote, de 59 años.
A 200 metros de allí, en Plaza de Castilla, los funcionarios del juzgado cortan el tráfico una vez a la semana. Están cansados de pagar “las atrocidades que cometen los políticos”. Este grupo de empleados públicos ha elegido el color amarillo para manifestarse porque “no saben qué hacer para que se les vea”.
“Me molesta que la gente piense que somos unos vagos”, critica un trabajador
Los profesores son uno de los sectores más castigados por los ajustes. Han protagonizado centenares de manifestaciones desde septiembre de 2011. Las han llamado “marea verde”, por el color con el que protestan los docentes para defender la enseñanza pública. Muchos se quejan de que la sociedad les reproche que disfruten de más vacaciones que el resto. Policías, bomberos, médicos, secretarios judiciales, administrativos, ingenieros públicos... trabajaban para la administración y se lamentan de los recortes.
En Andalucía, los empleados públicos aprovechan los minutos libres del almuerzo para protestar en la calle. La mayoría viste camisetas negras en señal de luto. Algunos llevan cacerolas y silbatos para hacer ruido, quieren que se les oiga. En una de estas concentraciones participa Fernando F., que trabaja de celador en un centro de salud de Sevilla. “Hace cuatro años cobraba 1.200 euros, ahora me sorprendería si llego a los 850 al mes”, dice angustiado. Fernando no sabe qué va pasar con su futuro pero ya tiene descartados los regalos de reyes para sus hijos de 15 y 10 años.
Visten camisetas negras en señal de protesta en varias ciudades
“Volveremos a la situación de que ciertos tipos de carne sean solo para Navidad”, dice Ricardo Moya en la puerta de la Delegación del Gobierno de Valencia. Frente a la puerta tiene lugar la principal protesta . Él lleva 28 años como funcionario de Correos. Su mujer está en paro y tienen dos hijos. Su salario ronda los 1.150 euros al mes contando los siete trienios que acumula de antigüedad. Está “hasta los huevos” de que “siempre paguen los mismos”. “Los recortes de este Gobierno están provocando una guerra civil”, afirma indignado. “En casa estamos haciendo cursos de magia doméstica para sobrevivir”, señala.
Las principales ciudades de País Vasco y Galicia son otros de los puntos calientes. Los empleados públicos aprovechan sus momentos de descanso en el trabajo para manifestarse. Antonio Zabalo es un trabajador de la Seguridad Social que no da crédito a lo que está pasando. “Se ha llevado la acción social de hacer pensar a la gente que somos unos vagos”.
Las movilizaciones que están protagonizando los funcionarios de toda España están teniendo poco eco en Cataluña, donde ya se vivieron a finales del año pasado. La Generalitat aseguró que tras recortar en 2011 en salud, educación y bienestar, había “tocado hueso” y era el turno de los empleados públicos. Victor es una de las 230.000 personas que han visto reducido su sueldo en un 5% (restado de las pagas de junio y Navidad). Él trabaja como bombero en Barcelona y asegura que la retirada de la paga extra le ha “matado”. Desde que se separó, se desplaza dos veces al año a Argentina para ver a sus dos hijos. Está convencido que el Gobierno “ha tirado por lo fácil”, porque “por desgracia” los funcionarios no están “muy bien vistos por la sociedad”. “Estamos muy abandonados”, lamenta.
Con información de M. Centeno, A. Palomo, P. Almenar C. Blanchar, G. Ellakuría y E. Luna.
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