EE UU y Japón piden a Europa más apoyo a los países con problemas

Europa, y la crisis de la banca española en particular, se colocó este martes en el centro de las discusiones de los ministros de Finanzas de las siete economías más industrializadas del planeta. La conclusión es que los países europeos cuentan con los recursos para hacer frente a sus problemas, pero se vuelve a urgir a sus líderes a que actúen con agresividad y efectividad para ayudar a los países más débiles.

El intercambio de ideas fue a distancia, por teleconferencia. Aunque el contenido de la discusión es confidencial, las distintas delegaciones coincidieron en señalar que van a seguir muy de cerca la evolución de la situación hasta la reunión de los líderes del G-20 en Los Cabos, México. Ese encuentro se celebrará tras conocerse el resultado de las elecciones en Grecia, el otro punto de preocupación.

La intención es seguir “cooperando” para afrontar un problema que en principio se limita a la zona euro, pero que puede acabar salpicando al resto del mundo si va a peor. Aunque la tensión retórica quedó confinada a la reunión, no es un secreto que EE UU considera que estas semanas son claves para que Europa restaure la confianza de los mercados en su sector financiero.

Desde la Comisión Europea, entretanto, se restó dramatismo a la discusión del G-7 al señalar que forma parte del diálogo regular de los miembros del club, integrado, junto a EE UU, por Japón, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. El ministro japonés de Finanzas, Jun Azumi, precisó tras la conversación que no se trató la posibilidad de que Grecia pueda abandonar el euro. Azumi también explicó que los representantes europeos reiteraron que serán capaces de manejar la situación, incluida la situación española. Pero no habló de medidas concretas. Mark Sobel, responsable de asuntos internacionales en el Tesoro de EE UU, sí dijo que, entre las soluciones puestas sobre la mesa, está la de avanzar hacia una unión fiscal y financiera en Europa.

La crisis de la banca española y las elecciones griegas fueron protagonistas del encuentro

Fuera de Europa, la crisis no se ve como una falta de recursos o un problema de solvencia, sino más como una cuestión política y de falta de acuerdo sobre las condiciones que deben cumplirse para que el cortafuegos financiero funcione correctamente. Así que a los miembros del G-7 no les queda otra que seguir vigilando. EE UU, en plena campaña electoral, tiene las manos atadas.

La atención de Wall Street, que se mantuvo el martes plano, se dirige ahora a lo que tenga que decir Mario Draghi desde el Banco Central Europeo (BCE) y el jueves Ben Bernanke desde la Reserva Federal (Fed) en su comparecencia ante el Capitolio. Ni el BCE ni la Fed tienen en este momento intención de actuar. Pero la incertidumbre obliga a los dos bancos centrales a no cerrar ninguna puerta.

Alemania ya dejó claro que Europa cuenta con los instrumentos necesarios para apoyar a los bancos de la eurozona. Pero la Administración de Barack Obama pide a los socios europeos que actúen con urgencia. El propio presidente se refirió a la crisis en Europa como “la sombra que se proyecta” sobre su economía al valorar el pobre dato de empleo en mayo.

Antes de la reunión virtual de los miembros del G-7, funcionarios del Tesoro admitieron que los líderes europeos parecen responder ahora con cierta urgencia. Pero como dijo Sobel, quieren una acción más rápida para reforzar el sistema bancario y preservar la integridad de la zona euro. “Queremos pasos detallados”, remachó Azumi.