Dos claves para un problema
.
Entre 1998 y 1999, Repsol llevó a cabo la mayor operación industrial realizada nunca por una empresa española en el exterior con la compra (13.000 millones de euros) de la petrolera argentina YPF. La operación contó con el respaldo del Gobierno del país. Con la compra, Repsol ascendió a la primera división del negocio petrolero. Lo hizo en tiempos duros para el país suramericano y sin ser demasiado consciente de que los activos adquiridos habían pasado ya su mejor momento. Pero Repsol dio el salto, aguantó posiciones en los malos años y, como es lógico, intentó mantener las mejores relaciones con el poder político. En 2008, Repsol, presidida ya por Antonio Brufau y en un contexto económico de recuperación accedió a los deseos del Ejecutivo de Néstor Kirchner y facilitó la entrada en YPF del grupo local Petersen de Enrique Eskenazi. Repsol facilitó a los Eskenazi apoyo financiero y todo tipo de facilidades. El grupo Petersen financiaría su entrada con los dividendos a repartir. Según el acuerdo, se distribuirían hasta un 90% de los beneficios de YPF. Todo parecía atado. Hasta finales del pasado año cuando se hizo evidente que el Gobierno de Cristina Fernández había decidido poner cerco a Repsol y a sus aliados locales. Primera pregunta clave: ¿qué ha cambiado en las relaciones del grupo Petersen con el poder político argentino y por qué? No hay una respuesta clara más allá de la coyuntura económica y el ascenso en poder del grupo de izquierdas La Cámpora que encabeza el hijo de la presidenta Cristina Fernández, Máximo Kirchner. Hay otro cambio más evidente en la situación de Repsol-YPF en Argentina: las perspectivas de negocio han aumentado con hallazgos que pueden triplicar las reservas del país y convertirlo en autosuficiente. YPF es titular de concesiones que suponen el 39% de la producción de petróleo y del 28% del gas en Argentina. Pero ha encontrado un tesoro. En concreto, 22.807 millones de barriles equivalentes de petróleo en una zona denominada Vaca Muerta, entre las provincias de Neuquén y Mendoza, según datos auditados por la compañía de certificación de reservas Ryder Scott. La cifra contempla sólo el potencial de la cuarta parte de la zona, que abarca 30.000 kilómetros cuadrados. Es la segunda clave del asunto. Así lo señalaba, sin ambages, el diario próximo al Gobierno, Página 12, el pasado 1 de abril. “El escenario de gas y petróleo no convencional que aparece en el horizonte de la Argentina”, señalaba el diario, “es tan fenomenal como el presal brasileño [zona en aguas profundas en la que se han encontrado enormes reservas de crudo]. Las cifras del movimiento económico que puede originar resultan contundentes...en este marco la nación debe contar con las herramientas jurídicas regulatorias y empresariales adecuadas; no solo debe contar con una YPF afín...”. Negro y en barril
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.