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El BCE cree que los mercados esperan más reformas de los Gobiernos

Draghi advierte de que los mercados esperan más reformas de los Gobiernos Sortea, una vez más, las presiones de Alemania para subir tipos y retirar los apoyos

Claudi Pérez
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, comparece ante los medios en Fráncfort, Alemania
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, comparece ante los medios en Fráncfort, AlemaniaEMILY WABITSCH (EFE)

Para ser banquero central europeo hay que saberse al dedillo el libro de reglas. Regla número uno: con la inflación –con Alemania— no se juega. Regla número dos: pase lo que pase, échale la culpa a la falta de reformas. El nuevo presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, sorprendió en sus primeras comparecencias con rebajas de tipos de interés inesperadas y con un diluvio de liquidez que salvó a Europa (y sobre todo a sus bancos) de un accidente grave. Una vez evitado el percance con esa especie de bazuca silencioso de un billón de euros, vuelta al libro de reglas. Draghi consiguió sortear, una vez más, las presiones de Alemania para subir tipos y retirar medidas extraordinarias por la flojera de la economía europea, más preocupante que los sempiternos “riesgos al alza de inflación”.

Los mercados esperan reformas y piden a los gobiernos que las apliquen" Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo

Pero tras ese pase de pecho a los halcones que le exigen más ortodoxia, le dio un buen papirotazo a España: el BCE interpreta que si desde hace semanas suben a toda velocidad los intereses que paga el Tesoro por la deuda es porque los mercados –y el propio banco central— quieren ver más reformas. A pesar de que los mercados últimamente no aciertan: fallaron estrepitosamente entre 2000 y 2008 asignando prácticamente el mismo riesgo a España, Grecia o Alemania, y ahora posiblemente vuelven a sobrerreaccionar presas del pánico, explica Paul de Grauwe, investigador del CEPS de Bruselas.

Hay tensión. Cada vez más. Se suceden los informes de la gran banca internacional y de los think tanks que apuestan a que España acabará pidiendo el rescate: Citigroup y Open Europe, un laboratorio de ideas euroescéptico, han lanzado las dos últimas señales de alarma. Los intereses que España paga por su deuda han superado con creces el umbral psicológico del 5,5% para el bono a 10 años. Y la Bolsa española es un día sí y otro también la peor del continente. En suma, sufren la deuda española y el sector financiero –la crisis fiscal y la crisis financiera hacen de las suyas una vez más-- por un alud de rumores que se resumen como sigue: la banca española está peor de lo que se decía, y si el cierre del grifo continúa y la demanda sigue sin levantar cabeza, los precios de la vivienda caerán a toda velocidad. El sector financiero necesitará más capital para tapiar ese agujero. Y las dudas que despierta ahora mismo España en los mercados pueden obligar al Ejecutivo de Rajoy (que habla de situación “extrema”) a hacer lo que más teme: pedir dinero al fondo de rescate europeo para sanear los bancos.

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En esa tesitura, ninguna institución europea es en este momento más importante para España que el BCE. Las subastas del Tesoro dependen básicamente de los bancos españoles, que son quienes más compran. Y los bancos acuden al grifo del BCE para financiarse, ante las dificultades de hacerlo en los mercados y el correctivo al sistema financiero en Bolsa. El problema es que el BCE emite señales preocupantes: el pasado viernes, uno de los miembros del comité ejecutivo, Jorg Asmussen, pidió al Gobierno que apruebe los Presupuestos con “legislación de emergencia”. Draghi ha cerrado el círculo: ha interpretado la enésima subida de las primas de riesgo en Italia y sobre todo en España “como la constatación de que los mercados quieren reformas y piden a los Gobiernos que las apliquen”.

Draghi mantiene que el BCE ya ha hecho todo lo que pedía y que ahora llega el turno de los Gobiernos. “Los países que han sufrido las mayores pérdidas de competitividad deben extremar los ajustes salariales”, indicó en clara alusión a España y a la reforma laboral recientemente aprobada y contestada en las calles con una huelga general. El otro gran pilar de las reformas es el sector financiero. Ahí Fráncfort siempre ayuda un poco más: Draghi destacó que no habrá una retirada precipitada de las medidas extraordinarias, en parte porque todavía no se ha visto todo su recorrido. La barra libre de liquidez buscaba suavizar la tensión en la banca, desatascar el crédito y, de paso, reducir las presiones de la deuda. Pero eso no acaba de suceder.

El BCE mantuvo los tipos de interés intactos en el 1%, el mínimo histórico en la eurozona y aun así muy lejos del precio oficial del dinero en Estados Unidos, Reino Unido y Japón, con los tipos que rayan el 0%. “Hay que prestar mucha atención a algunos signos preocupantes, como los precios de la energía y los salarios”, dijo en referencia a la escalada del petróleo y a las subidas salariales que en Alemania alcanzan el 6% para los funcionarios. El miedo a la inflación siempre está ahí. Pero en este momento hay señales mucho más alarmantes: “En un entorno de modesto crecimiento, las presiones sobre los precios son limitadas”, zanjó el exgobernador del Banco de Italia y exvicepresidente de Goldman Sachs. Por todo eso, los anabolizantes con los que el BCE viene alimentando a la banca y a la economía europea van a seguir ahí. “Hablar de una estrategia de salida [de esas medidas excepcionales] me parece prematuro”, cerró.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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