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La crisis del euro | Las medidas de política monetaria

Draghi baja los tipos por sorpresa

La inminente recesión europea lleva al nuevo presidente del BCE a rebajar el precio del dinero hasta el 1,25%, mientras se muestra cauto con la compra de deuda

En su estreno ante una sala de prensa abarrotada. Dos días después de ser nombrado. Tras presidir su primer consejo de gobierno. Y contra todo pronóstico. El nuevo presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, rompió ayer los esquemas de los expertos, de los periodistas, de augures y, en fin, las expectativas de los mercados al anunciar una rebaja de los tipos de interés. El precio oficial del dinero pasa del 1,5% al 1,25%, aún lejos del nivel del resto de grandes bancos centrales (con los tipos cercanos al 0% en EE UU, Reino Unido y Japón), en su primera caída desde mediados de 2009. Pero más allá de ese cambio, que tendrá consecuencias limitadas sobre la economía real, Draghi dio una señal inequívoca: demostró que tiene las ideas claras. Se acerca una recesión y el BCE va a usar todo su arsenal, sin dogmatismos, para combatir la recaída de la crisis económica que se avecina: el flamante presidente del BCE hizo honor a su apodo (Supermario) y desmintió a quienes pensaban que en su llegada a Francfort su primera tarea sería ganarse a los alemanes, más preocupados por la inflación que por la posible recaída en la recesión o por la crisis que arrasa la periferia de Europa.

Los expertos esperan una nueva rebaja del precio del dinero antes de fin de año
El Eurobanco prevé una recaída en la recesión "suave" en los próximos meses
Draghi tendrá que enfrentarse a posibles críticas del ala más ortodoxa
La compra de bonos será "limitada", pese a quienes piden más activismo

Con esa inesperada decisión inauguró Draghi su mandato como tercer presidente del BCE. Tras asumir el cargo el martes, al italiano -exvicepresidente de Goldman Sachs- le tocó salir a la palestra en uno de esos días movidos, repletos de giros políticos, de la crisis europea. Draghi lidió sin aparentes dificultades con la prensa y con un estilo algo más directo que el de su predecesor, Jean-Claude Trichet, justificó la decisión de bajar los tipos por el enfriamiento económico de la eurozona. Según explicó en la ronda de preguntas, el Consejo de Gobierno aprobó la rebaja de tipos "por unanimidad". Combinada con las noticias procedentes de Atenas, la sorpresa fue muy bien recibida en los mercados europeos y estadounidenses.

La rebaja de tipos es un aliciente para las inversiones empresariales, para la exportación y para el consumo, porque abarata los créditos. Como contrapartida, el dinero barato también impulsa los precios. Pero ese es ahora el menor problema de Europa: pese a que la inflación es hoy claramente superior al 2% considerado ideal por el BCE -se sitúa un punto más arriba, en el 3%-, Draghi ganó para la rebaja el apoyo de los 23 miembros del Consejo de Gobierno. Y contó las razones: el BCE teme una "recesión suave" que aparecerá antes de que finalice el año, que ha echado raíces en un segundo semestre muy malo en toda Europa y que se extenderá, muy probablemente, al menos durante la primera mitad de 2012. "Las tensiones en los mercados financieros y la elevada incertidumbre pueden dañar el crecimiento", dijo. Estas malas expectativas económicas disipan la precaución sobre los precios.

Carentes todavía de un sistema de códigos como el que utilizaba su antecesor para sugerir la posibilidad de aumentos o rebajas de los tipos en el futuro, los analistas no veían ayer señales de lo que puede suceder hasta 2012. Sonriendo, Draghi respondió a una pregunta al respecto: "Ocho años escuchando a Trichet nos enseñaron que el BCE nunca se compromete con antelación". Y sin embargo la gran mayoría de los analistas espera una rebaja adicional para final de año. "Tal vez Draghi no domine aún ese lenguaje alambicado de los banqueros centrales. Puede que le falten tablas. Pero todo apunta a nuevas bajadas porque el nivel de tipos europeo es un disparate con la que está cayendo en los mercados y por comparación con el resto de bancos centrales", explicó el economista Juan Ignacio Crespo.

Draghi comienza su mandato en medio de la grave crisis del euro. Dadas las circunstancias, su estreno resultó notable: su antecesor, Trichet, se despidió del cargo con una serie de ruedas de prensa un tanto destempladas, en las que no disimuló las enormes tensiones en el seno de BCE, y en las que subió los tipos en dos ocasiones justo cuando la economía europea, incluida la alemana, empezaba a renquear. Sus últimos meses se saldaron con el abandono del barco de Axel Weber y con la extemporánea salida del economista jefe Jürgen Stark. Ambos eran halcones alemanes, garantes de la ortodoxia de la estabilidad de precios, y mostraron su desacuerdo con el programa de compra de deuda de los países más afectados por la crisis. El BCE ya ha comprado bonos italianos, españoles, griegos, portugueses e irlandeses por valor de más de 170.000 millones. Y hay quien pide mucho más: "El BCE tiene que salir ante el mercado y dejar claro que va a levantar un muro de dinero, que no importa cuánta especulación haya porque va a proteger la deuda de Italia o de cualquier otro país con problemas". La frase no es de ningún analista con ganas de titulares: la pronunció ayer el ministro irlandés de Finanzas, Michael Noonan.

Pero en eso Draghi fue más cauto que con los tipos. En la sede del BCE, la Eurotower de Fráncfort, no aclaró el futuro de dicho programa, particularmente criticado desde el Bundesbank alemán. La compra de bonos ha seguido en marcha esta semana, ya con él como presidente. No obstante, ayer aclaró que prefiere que los políticos europeos sigan con el calendario de reformas y recortes antes que usar ese fuego en el mercado de deuda, que debe ser siempre una "medida extrema". Insistió en que el BCE actúa como bombero de forma "temporal, limitada y siempre con la justificación de que funcione la política monetaria". Aun así, los alemanes consideran que el BCE viola su mandato al comprar deuda soberana: Berlín identifica la compra de bonos como un comodín para dirigentes reacios a aplicar reformas o asumir el mantra de la austeridad presupuestaria.

Trichet, pese a su pasaporte francés, era del gusto de los rigoristas alemanes. Draghi tiene que enfrentarse ahora a posibles críticas por su rápida bajada de tipos. Un periodista alemán le preguntó al vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, en qué se diferencia el estilo de ambos presidentes: Constancio se fue por la tangente, pero Draghi tomó la palabra y defendió "la continuidad, la credibilidad y la consistencia" de la política del BCE. Después, le preguntaron si se ve como un continuador de la política de estabilidad del Bundesbank: "He admirado al Bundesbank, ya tendrán ustedes ocasión de juzgar si sigo su línea o me alejo de ella". Y cerró: "Somos independientes y nadie nos puede obligar a nada. Así que ya está". Sonrió, se levantó y se fue: empieza una nueva era en el BCE.

Mario Draghi durante su primera rueda de prensa como presidente del BCE, ayer en Fráncfort.
Mario Draghi durante su primera rueda de prensa como presidente del BCE, ayer en Fráncfort.MARC TIRL (EFE)

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