El día en que Denzel Washington dijo "no" a David Fincher en 'Seven'
El actor se confiesa en un 'chat' con los lectores de EL PAÍS y estrena 'El invitado'
Divertido, elocuente, y según confiesa, muy fiel a sus colaboradores. A sus 57 años, Denzel Washington está ya de vuelta de todo: tiene un oscar, rueda con quien le apetece, nunca ha dado ni un alegrón a la prensa rosa, y cuando promociona una película lo hace porque le ha gustado, no porque le ate un contrato. Por su último trabajo, Flight, con Robert Zemeckis, ha cobrado la décima parte de su salario habitual.
Washington ha pasado por Madrid para promocionar El invitado, que se estrena el viernes 10, un thriller en el que encarna a un exagente de la CIA, un renegado que lleva años vendiendo información a quien le ponga dinero en la mano. En persona, todo presencia, el neoyorquino aparenta al menos 10 años menos y se ríe con un sonido contundente. En la media hora que dedicó a los internautas que participaron en su chat en EL PAÍS, habló de muchas cosas, algunas fuera de las respuestas formales. No le gustan, por ejemplo, que le fotografíen con gafas, a pesar de que es incapaz "de leer en un ordenador sin ellas". Tampoco le vuelven loco las nuevas tecnologías. "¡Mis hijas no tienen libros de texto! Les pregunto y me dicen que se descargan aplicaciones para estudiar en el ordenador. Se acabaron los periódicos y los libros en papel, ¿no?". Lo dice alguien que estudió periodismo antes de meterse en lides interpretativas.
El neoyorquino busca una historia en la que encarne a Thelonious Monk
Ya en el chat con los lectores de este diario, aseguró que nunca se ha arrepentido de algo en la vida, "porque de todo se aprende, porque con los errores creces"... Aunque mentía, porque sí tiene una espinita clavada: "Dije que no al papel de Brad Pitt en Seven. Ese sí fue un error". De otras ofertas rechazadas (como Michel Clayton, en un personaje que finalmente interpretó George Clooney, o un papel en Amistad) no tiene la misma sensación: "Lo que es para mí, es para mí. Si no, es que ese papel tiene otro destinatario". Ninguna queja sobre discriminación por el color de la piel: "Al Pacino fue candidato al Oscar ocho veces antes de ganar, y él podía haber dicho que era por ser italiano. No buscó excusas. Yo tampoco lo hago. Me miro al espejo e intento hacer lo mejor. No trabajé desde noviembre de 1980 hasta mayo de 1981, y fue la única vez que pensé en buscar otro trabajo. Desde entonces no he parado. Y me niego a buscar excusas".
Washington menciona repetidamente tres nombres en la conversación: James Cagney, James Stewart y Sidney Poitier. El año en que Poitier recibió el Oscar de Honor, Washington ganó el de mejor actor por Día de entrenamiento. "Poitier es un grande, y de su vida se sabe poco. Si te dedicas al cine debes mantener cierto misterio. Sidney me dijo hace años: 'Si eres gratis entre semana, no pagarán por verte el fin de semana en la pantalla'. He tenido el mismo publicista desde hace décadas, y mi agente desde 1982 falleció el año pasado. Ellos han sido tan culpables como yo de mi éxito y de mi privacidad. Leí hace años Cagney por Cagney, libro escrito por el mismo James Cagney, y contaba que trabajaba diez horas en el estudio, y después se iba a casa, sin que nadie supiera mucho más de su vida privada. Empecé en el teatro, donde no hay concepto de estrella, donde además el personaje se queda en el escenario, y nunca soñé con ser estrella de cine, menos aún con ser famoso". Cuando un internauta le pregunta por una película clásica que hubiera querido protagonizar, sonríe y piensa: "Te digo la que me viene a la cabeza... La de James Stewart, ¡Qué bello es vivir! Ah, y por supuesto El enemigo público, con Cagney gritando 'Estoy en la cima del mundo".
En sus elecciones de guion prima antes su interés por el personaje -por cierto, busca una historia en la que encarne al pianista Thelonious Monk- que los compañeros de reparto o el director. "De mis papeles, no tengo un favorito. Todos tienen algo de mí. Y a la vez no se me parecen en nada: no he matado a nadie, no he ganado un campeonato de boxeo, no soy un líder político [risas]... En realidad, soy un lienzo en blanco y además poseo la pintura. Si se parecieran a mí, no me interesaría el proyecto". Acabamos: ¿volverá a dirigir? "Sí, en un par de años, en cuanto junte el dinero".
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