A sus pies, señora Streep
Esa dama rubia y pálida llamada Meryl Streep, que nunca ha parecido ni joven ni vieja, luminosa y secreta, imagen sublime del control y de la técnica, alguien que debe de alcanzar el éxtasis profesional cuando le exigen meterse en la piel y en el alma de un montón de personajes que no guardan el menor parecido entre ellos, es desde hace cuarenta años una de las escasas actrices cuyo trabajo justifica el precio de la entrada independientemente de la calidad de la película.