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Redada en el aparcamiento

Una operación policial en Les Corts detecta a 50 chicas ejerciendo la prostitución

Rebeca Carranco

A las doce y media de la noche, el primer grupo de mujeres llega al aparcamiento en Barcelona. Caminan firmes sobre tacones de infarto, con el bolso agarrado bajo el brazo, y cerrándose el abrigo para intentar cubrirse el cuerpo semidesnudo. El frío arrecia en la ciudad. Solícitas con los agentes que las escoltan, prefieren darles la espalda y mirar de frente a una verja muy alta. Les toca esperar a que la policía compruebe quiénes son una a una.

En una operación conjunta de los Mossos d'Esquadra, la Guardia Urbana y el Cuerpo Nacional de Policía, 46 personas fueron identificadas la madrugada de ayer. La inmensa mayoría, mujeres que ejercen la prostitución en el barrio barcelonés de Les Corts. En concreto, en las inmediaciones de la zona universitaria. Captan a los clientes en la calle, y luego les suelen llevar a un aparcamiento en la calle de Baldiri Reixach. El lugar pasó ayer de ser el centro de la prostitución del barrio al punto de operaciones de la policía. "Veo a un grupito de tres, espero que no salgan corriendo cuando nos acerquemos", se oye a través de la radio de uno de los agentes que espera en el aparcamiento. El mensaje suena pasadas las doce de la noche, en el inicio de la operación, en la que participaron más de 50 policías. A los pocos minutos llegan las primeras mujeres, encogidas por el frío. "No grabéis, por favor, tenemos hijos", pide una de ellas, en cuclillas y con un abrigo en la cabeza, escondida detrás de un coche. Otra chica, a su lado, vestida con un chándal, se echa a llorar.

La Guardia Urbana multa con 2.250 euros a dos clientes por practicar sexo

"La prostitución se ha reducido casi a la mitad en poco más de un año y medio", explica el inspector de los Mossos d'Esquadra Josep Saumell, responsable de la comisaría de Les Corts. Entonces, había unas 115 mujeres en la zona. En la operación de ayer identificaron casi una cincuentena. Aunque admite que la cifra real es superior: la caravana policial y el frío las ahuyenta.

Pero a pesar de eso, el goteo de chicas continúa. A la una menos cuarto, frente al alambrado, hay un grupo de unas 22 mujeres, que se agarran a sus abrigos cada vez que sopla una racha de viento. La policía inicia las identificaciones. Una chica, aparentemente muy joven, entra en uno de los furgones habilitados de los Mossos. "No sé nada", corta, reacia a hablar con la prensa.

A unos metros de ella, un hombre con el gesto serio lanza miradas esquivas a las mujeres que aguardan su turno. La policía la custodia también después de pillarla en un coche con una de ellas. La Guardia Urbana le ha multado con 2.250 euros por mantener relaciones sexuales en la calle. Él lo niega.

La noche avanza, pero los agentes de paisano siguen llegando con más mujeres. Esta vez, un grupo de nigerianas que suele captar clientes en la avenida de Chile, mientras que los transexuales eligen los aledaños del Campo Nou. Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía se encargan de comprobar su situación en España: 26 de ellas acaban en la Jefatura por infringir la Ley de Extranjería.

La noche de identificaciones, gélida, se alarga hasta pasadas las tres de la madrugada. En ese tiempo, los agentes dan con otro cliente, al que también sancionan. Además, multan a dos personas por llevar drogas, otras dos por conducir ebrias y a una tercera, drogada al volante. También detienen a un hombre reclamado por la justicia. Aunque el objetivo principal de la noche es la lucha contra la prostitución, y los hurtos que, en algunos casos, lleva aparejada.

Durante la operación, dos trabajadores de una asociación están presentes para apoyar a las chicas. La policía no multa a las prostitutas. Sería una "doble victimización", sostiene el subinspector de la Guardia Urbana Eduard Fornells. En otros lugares de Barcelona, como Ciutat Vella, sí las sancionan.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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