Huelgas en campaña
Los médicos catalanes y gallegos amenazan con paros ante los recortes del gasto en salud
Las huelgas en las sanidades gallega y catalana amenazan con estallar en plena campaña electoral. El día 16 de noviembre, los médicos gallegos han decidido parar, al igual que tienen previsto hacerlo sus homólogos catalanes para el 15 y también el 16. Estas movilizaciones tienen el común denominador de oponerse al tijeretazo y en ambos casos se hacen contra Ejecutivos de centro-derecha. En el caso gallego, el objetivo es protestar por los recortes que impedirán cubrir 1.600 plazas vacantes por jubilación. Los médicos catalanes, por su parte, quieren que los presupuestos de 2012 se equiparen a los aprobados antes de que la Generalitat pasara el cepillo sobre la financiación de hospitales y centros de salud.
Lo sorprendente de estas huelgas anunciadas -en el caso catalán el lunes podría decidirse la marcha atrás- es que las promueven sindicatos que políticamente están cerca de quienes gobiernan en estos momentos Cataluña y Galicia. El Sindicato Médico y O'mega son considerados base social del actual Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo. En su día se enfrentaron con el bipartito PSOE-BNG, pero ahora no han dudado en hacerlo contra el del PP. En el caso catalán sucede otro tanto. El colectivo médico de Cataluña se considera muy próximo a CiU y resulta especialmente llamativo que sea el sindicato Metges de Catalunya el primero en montarle una huelga al Gobierno de Artur Mas, mientras UGT y CC OO permanecen a la expectativa, cuando no en franca oposición, respecto a estas movilizaciones.
El aviso de huelga ha tenido un primer efecto. La Generalitat ha decidido que los 45 millones de euros que debía recortar de los salarios de 40.000 trabajadores desde ahora hasta fin de año pasen a ser la mitad. Han recortado el recorte, en un intento de evitar el paro. El peso del colectivo médico es tal que un día después de que Metges de Catalunya pidiera que los políticos se rebajasen el sueldo -ellos ya han sufrido un recorte de hasta 500 euros mensuales en complementos-, el Gobierno decidió renunciar a la paga extra de Navidad.
Los gestos didácticos por parte del poder político serían mucho más sensatos si se acompañaran de una clara hoja de ruta de las prioridades del gasto. La salud y la educación deberían quedar a salvo de los tijeretazos. Son la base del Estado de bienestar.
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