La joya perdida de los Beach Boys
Las grabaciones de 'Smile', el álbum inacabado de la banda, se editan más de 40 años después de que Brian Wilson abandonara la continuación de 'Pet sounds'
Atención: conviene hacer el ejercicio mental de retroceder musicalmente hasta 1966 y prescindir de lo que vendría después. Los Beatles reinaban sin discusión pero había un grupo californiano al que los de Liverpool -especialmente, Paul McCartney- seguían con envidiosa atención. Lo extraordinario es que los Beach Boys no parecían auténticos competidores: tenían una imagen de surfistas sin complicaciones. En los albores de una revolución cultural, los Chicos de la Playa lucían inocentes y banales.
Los Beatles, sin embargo, estaban pasmados ante su Pet sounds. Por las exquisitas voces, naturalmente, pero también admiraban la brillantez de su producción: en Los Ángeles había estudios mejores que Abbey Road, soberbios músicos y arregladores imaginativos. Sin olvidar las sublimes composiciones de Brian Wilson, que ya reflexionaba sobre el paso del paraíso juvenil a la madurez.
Los Beatles seguían entonces al grupo californiano con envidiosa atención
Sin embargo, los Beach Boys tenían puntos débiles. Su entorno no compartía el anhelo creativo de Brian, que quería grabar, glup, "la sinfonía para Dios de un adolescente". Ahora evocamos los sesenta como un Himalaya de cumbres deslumbrantes pero, en 1966, unos músicos de clase media, como los hermanos Wilson, confortables con su éxito, podían preguntarse si estaban cometiendo un suicidio comercial por cambiar tan radicalmente de registro.
Y luego estaba la frágil psique de Brian Wilson. Alistó como ayudante al prodigioso Van Dyke Parks, aunque la relación se deterioró. Seguramente, no ayudó que, durante las sesiones para la continuación de Pet sounds, consumiera cantidades de marihuana y anfetamina. Era una situación de alta tensión, con un grupo renuente, la discográfica alarmada ante un presupuesto desbocado y la intimidante presencia de algunos de los músicos mejor pagados del negocio.
Brian Wilson no aguantó tanta presión. Tiró la toalla y se olvidó de lo que iba a ser Smile (originalmente, Dumb angel). Hubo explicaciones absurdas: se registraron varios incendios alrededor del estudio United Western y Brian temía que fuera culpa de una canción suya llamada The elements: fire. Eso sí, se rescataron bastantes temas, como Heroes and villains, Surf's up y el pináculo del grupo, Good vibrations.
Así que Smile quedó como el más famoso álbum inacabado que nunca llegó a escucharse. En realidad, debemos puntualizar: el elepé tenía hasta portada, un dibujo naif de una tiendecita que sirvió para ilustrar diversas ediciones piratas de las legendarias cintas. En 2004, el mismo creador retomó el proyecto como solista, grabándolo de nuevo y editándolo como Brian Wilson presents Smile.
Ese modelo de Smile es el que han seguido dos expertos en los Beach Boys, Mark Linett y Alan Boyd, que han revisado las 70 bobinas -de cuatro y ocho pistas- que se conservan. Según ellos, entre el 80% y el 90% de Smile ya estaba grabado; solo faltaba el empujón final, que Brian no llegó a dar.
El recién publicado Smile (EMI) esconde una labor titánica. En 1966, Wilson estaba fascinado por lo que llamaba "grabaciones modulares", que eran pequeños fragmentos musicales que luego encajaría en collage. También le encantaban los efectos de sonido o los ruidos aptos para ser integrados en su majestuosa música.
Smile está disponible ahora en un doble CD y en una caja de lujo, con libro, cinco CD, dos elepés y dos sencillos de vinilo. En ambos casos, se nos presenta el puzle ya armado y piezas destinadas al rompecabezas. Podría pensarse que solo profesionales de la música y la grabación pueden necesitar un disco entero de fragmentos de Good vibrations pero el éxito de la anterior caja exhaustiva, correspondiente a las sesiones de Pet sounds, revela que hay bastantes fanáticos felices de, por lo menos, tener la posibilidad de experimentar a los Beach Boys y sus mercenarios en plena faena.
Lo que descubrimos hoy es un grupo en expansión, explorando delicadas orquestaciones, lejos del impacto apabullante de Phil Spector, el maestro de Brian Wilson. Se trata de un pop fantasioso, que solo en tiempos recientes se ha convertido en tendencia, con grupos como Flaming Lips o Animal Collective. Algunos lo llamarán psicodelia pero en realidad era una extensión del trabajo de clásicos como Aaron Copland o George Gershwin. Los Beatles tenían razones para preocuparse: de salir en su momento, en 1967, Smile no habría eclipsado Sgt. Pepper's pero sí habría relativizado sus méritos.
Babelia
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