El atraco de la crisis
El poderoso influjo de la crisis económica mundial en todas las áreas de la vida sigue imparable. También en el cine, donde, al habitual drama social y al sempiterno documental de denuncia, se han unido películas de género alejadas casi siempre de las corrientes de pensamiento crítico y sin el objetivo básico de su perdurabilidad en el tiempo. Es el caso de Un golpe de altura, superproducción de entretenimiento entre la comedia de ecos desenfrenados e insólitos, la epidérmica acción para multisalas y el (casi) siempre eficaz subgénero de atracos ingenioso-estilosos. Un producto que, sin embargo, a pesar de echar mano para el papel de villano de uno de esos asesinos contables en forma de ejecutivos financieros que han acabado llevándonos al barro, nunca acaba de hacer sangre.
UN GOLPE DE ALTURA
Dirección: Brett Ratner.
Intérpretes: Ben Stiller, Alan Alda, Eddie Murphy, Matthew Broderick, Casey Affleck, Téa Leoni.
Género: acción. EE UU, 2011.
Duración: 107 minutos.
Con reparto de lujo, guion irregular y dirección de saldo (Brett Ratner es la insustancialidad en persona), Un golpe de altura solo sorprende por la astronómica parafernalia de producción utilizada para algo tan fútil. Solo el retrato de algunos personajes basados en la observación a pie de calle, casi como una improbable inspiración en la pandilla de Fernando Galindo-López Vázquez de nuestra Atraco a la tres, se salva del inmediato olvido. Como una paradoja de su propia sistemática, la película pretende criticar el despilfarro de algunos mientras ella misma es un derroche de nadería.
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