Salvar el pasado de un derribo en París
El Gobierno difunde nuevos documentos sobre las víctimas españolas del nazismo
Jorge Semprún, deportado en Buchenwald con el número 44.904, instaba a los escritores a apoderarse de la memoria de los campos: "Si no la hacen revivir y sobrevivir mediante su imaginación creadora, se apagará con los últimos testigos, dejará de ser un recuerdo en carne y hueso de la experiencia de la muerte".
Hay otros testigos más imperecederos que ayudan a revivir desde la más descarnada falta de imaginación: los documentos. A veces reaparecen cuando ya no se les espera para poner la piel de gallina con su tono amarillento, su aspecto maltrecho y una concisión fúnebre, como la Relación de los camaradas y objetos que el comité de Unión Nacional Española ha retirado de los almacenes del campo de Buchenwald, seguida de 33 nombres, su número de deportado y las escasas posesiones que dejaron en el lugar donde iban a morir. Son objetos cotidianos que se repiten: reloj de pulsera o bolsillo, pitillera, sortija, estilográfica.
Es uno de los documentos rescatados al azar de un derribo en París en 2004 por un joven que los depositó en la Embajada de España, que la remitió al Ministerio de Cultura dos años después. Durante este tiempo ha permanecido en la caja fuerte del Ministerio hasta que su contenido ha sido analizado y digitalizado. Los legajos se depositarán en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (CDMH), pero servirán de fuente para volcar los registros de unos 3.000 españoles que pasaron por campos nazis en el Portal de Víctimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo, puesto en marcha por Cultura en junio de 2010. En esta base de datos, que arrancó con 750.000 registros, se volcarán un millón de referencias nuevas, procedentes del CDMH en su mayor parte.
Rastreando en el origen, el subdirector de los Archivos Estatales, Severiano Hernández, descubrió que era documentación conservada por el general republicano José Riquelme López-Bago, fallecido en 1972, y su viuda. Riquelme había estado al frente del comité de París de la Cruz Roja española republicana, que elaboró listas de españoles deportados a Dachau, Buchenwald o Mauthausen. Hay un volumen artesanal de 167 páginas con 2.508 nombres acompañados de lugar y fecha de nacimiento, así como domicilio en España y datos personales. El rastro que se pasaban unos a otros para que los supervivientes contasen a sus familiares aquello que, recordaba Semprún que decía Elie Wiesel, era imposible de contar y prohibido callar.
Babelia
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