Glorias y miserias del Zinemaldia
En septiembre, ¿qué se podía hacer en San Sebastián en 1952? Más allá de admirar su belleza, comer -y en esa ciudad el buen comer siempre ha sido una religión- y ver si salía el sol o no para bajar a la playa, poco más. Así que 10 comerciantes decidieron crear un festival de cine que supusiera un empujón final al verano: alargando el estío podrían tener más ganancias.