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PALOS DE CIEGO
Columna
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La enormidad

Javier Cercas

1 A principios de julio pudimos leer en Il Corriere della Sera: "Europa ha perdido la guerra entre los Gobiernos electos y las agencias de calificación no electas. Los Gobiernos intentan gobernar, pero las agencias de calificación dictan las reglas". ¿Quién escribió esa enormidad? ¿Un izquierdista radical dispuesto a echarse al monte? ¿Un antisistema peligroso? ¿Un extremista del 15-M? No: Giuliano Amato y Guy Verhofstadt, dos venerables y moderadísimos prohombres europeos, autores de un artículo al que se adherían otros prohombres europeos no menos moderados ni menos venerables, entre ellos Enrique Barón y Mario Soares. ¿Y qué significa eso? Significa, me temo, que ya estamos instalados en la enormidad y que lo que no hace mucho podía pasar por una peligrosa exageración es ahora una evidencia para todos: quien gobierna en Europa no son los Gobiernos, sino los mercados. Lo cual significa simplemente que la política está fracasando. Y que la democracia corre peligro.

"Cuando el poder económico se impone al político, el fascismo acaba llamando a la puerta"

2 A principios de julio, Extremadura estuvo por una vez en el centro del debate político nacional. La razón fue que, a causa de los resultados de las elecciones al Parlamento autónomo -que entregaron 3 escaños a IU, 30 al PSOE y 32 al PP-, IU se convirtió en una fuerza determinante: si en la sesión de investidura respaldaba al PSOE, como parecía lógico, el PSOE retendría el poder; si se abstenía, se lo entregaría al PP. Todos ustedes conocen el resultado: IU se abstuvo y el PP gobierna en la actualidad Extremadura. La pregunta es por qué: ¿cómo es posible que IU de Extremadura haya preferido traicionar el mandato verosímil de sus electores, dar el gobierno a la derecha, enfrentarse a su dirección central y arriesgarse a un casi seguro suicidio político antes que devolver el gobierno a los socialistas? He leído innumerables respuestas a esta pregunta, muchas acertadas, todas insuficientes, porque una pregunta como esa no puede tener una sola respuesta. Sea como sea, los socialistas extremeños harían bien en preguntarse qué responsabilidad tienen ellos en el error de IU, qué es lo que han hecho ellos para que IU cometa un disparate semejante; porque cabe dudar que vuelvan a ganar unas elecciones si no lo averiguan pronto. Por lo demás, quienes en 2003 pedimos por higiene democrática un cambio en Cataluña tras 23 años seguidos de gobierno de CiU y en 2009 pedimos por la misma razón un cambio en el País Vasco tras 29 años seguidos de gobierno del PNV deberíamos aceptar que, tras 28 años seguidos de gobierno del PSOE en Extremadura, un cambio en las instituciones no puede dejar de tener consecuencias saludables, aunque las ideas del PP no nos gusten en absoluto.

3 Y hablando de ideas. La sesión de investidura en el Parlamento de Extremadura no sólo fue interesante por su resultado, sino también porque, como escribió en este periódico Carlos E. Cué, los candidatos popular y socialista a presidir la Junta "reprodujeron a pequeña escala el gran debate que se vive entre la izquierda y la derecha europea". Esto es: ¿qué diferencia hay entre la derecha y la izquierda? O directamente: ¿existen todavía la derecha y la izquierda? La respuesta del candidato popular, José Antonio Monago, fue que no, o que apenas. Es la respuesta de moda: tras el crepúsculo universal de las ideologías profetizado por nuestro Gonzalo Fernández de la Mora, derecha e izquierda se han convertido para muchos en antiguallas; lo único que queda es la gestión: una gestión aséptica, eficaz... Francamente, dan ganas de recordar aquel viejo dictum según el cual quien dice que no es ni de derechas ni de izquierdas seguro que es de derechas. Pero no es verdad; la verdad es todavía peor. Desde su nacimiento durante la Revolución Francesa hasta ahora mismo, izquierda y derecha nunca han sido conceptos absolutos, sino sólo relativos, igual que norte y sur o que arriba y abajo: como dice Norberto Bobbio, izquierda y derecha proponen solamente soluciones distintas u opuestas a problemas colectivos, contrastando ideas, intereses y valoraciones sobre la dirección que puede darse a la sociedad. Así que, del mismo modo que es imposible orientarse en la realidad física sin el norte y el sur y el arriba y el abajo, sin la izquierda y la derecha es imposible orientarse en la realidad política. O, dicho de otro modo: quien dice que no existe ni la derecha ni la izquierda, lo que quiere decir es que no existe la política. Y si no existe la política, lo único que existe es el dinero. Y, como ha escrito Ramoneda citando a Polanyi, cuando el poder económico se impone al político -cuando las agencias de calificación no electas se imponen a los Gobiernos electos, por ejemplo-, el fascismo acaba llamando a la puerta. Ese es el nombre verdadero de la enormidad a la que, a menos que intervenga la política, podemos tener que enfrentarnos.

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