_
_
_
_
EMILIO BOTÍN | LA IMAGEN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El momento gallego de un cántabro

Juan José Millás

Botín casi siempre aparece en las fotos quitándose la chaqueta o bajándose del coche, quizá quitándose el coche o bajándose de la chaqueta, le estorba todo lo que disminuya su velocidad de crucero. A Botín le pones una camisa de fuerza y le vuelves loco. Sin embargo, tendríamos dificultades para decidir si en esta imagen se viste o se desviste, ya que el fotógrafo lo ha cogido en ese instante gallego, en el que incurrimos todos en algún momento de la vida, de duda patafísica. ¿Estábamos entrando o saliendo, subiendo o bajando, casándonos o divorciándonos, dando órdenes o recibiéndolas? ¿Estábamos dormidos o despiertos? Cuesta imaginarse a Botín dormido. Después de todo, este señor es una concreción del mercado, y los mercados no duermen jamás; otra cosa es que adopten formas humanas para transmitir órdenes a los presidentes de los Gobiernos y ministros de Economía. Se encarnan, pues, se hacen carne, sí, al modo del verbo, y habitan entre nosotros, hasta nos crucifican. En lo de crucificarnos parecen cristos inversos, qué le vamos a hacer, esa es su misión en la Tierra. En todo caso, da envidia la energía con la que Botín se pone o se quita la chaqueta, como en un movimiento de yudo o de kung fu, a la velocidad con la que Alonso, su patrocinado, da una vuelta a la pista en el Ferrari. Hasta el fiel empleado que aparece a su espalda parece dudar de si debe ayudarle a cubrirse o a descubrirse. Tiene el pobre cara de qué hago, como si aún no fuera capaz, pese a la cantidad de trienios que lleva escritos en la frente, de adivinar los movimientos de su jefe.

Emilio Botín, banquero.
Emilio Botín, banquero.PABLO HOJAS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_