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"¡Oiga, que ese retablo es nuestro!"

Horcajo y La Acebeda reclaman a la Iglesia varias obras de arte sustraídas en los años sesenta

Juan Diego Quesada

El pueblo organizó una excursión a la capital. El recorrido incluía una visita guiada por la catedral de la Almudena que finalizaba con una misa. Los vecinos de Horcajo de la Sierra se pararon a contemplar un retablo gótico del siglo XVI, dorado, donde se cuenta en 16 tablas flamencas la vida de Jesús y la Virgen. Una de las visitantes se acercó mucho al retablo, tanto que un vigilante de seguridad le llamó la atención. Carmen Bermejo, una vecina, recuerda que la mujer, muy resuelta, contestó lo que todos estaban pensando en ese momento: "¡Oiga, que este retablo es nuestro!".

Los vecinos de Horcajo de la Sierra y La Acebeda, pueblos de la sierra, aún hoy recuerdan el día en el que se llevaron de sus iglesias, hace varias décadas, lo más valioso que tenían. En el primer caso un retablo, expuesto en La Almudena, y en el segundo tres altares de los que no se sabe nada. El paradero de estos objetos es un misterio.El arzobispado de Madrid recibió durante años muchas quejas por parte de la gente de Horcajo (171 habitantes). Finalmente accedió a instalar en la parroquia local una réplica de la obra, hecha con fotografías tomadas del original. El asunto se zanjó de aquel modo, pero no todo el mundo ha quedado contento con este apaño.

El arzobispado accedió a poner una réplica de la talla original con fotos
La sustracción de las piezas se sitúa sobre mediados de los años sesenta
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La sustracción de la obra se sitúa sobre mediados de los años sesenta, incluso antes. Nadie da una fecha exacta. Carmen Bermejo, la que narra la escena que tuvo lugar en La Almudena y que viene a resumir el sentimiento de este pueblo, explica que el cura de esa época hablaba de llevarse el retablo para su restauración pero que se encontró con la oposición frontal de los vecinos. "El retablo llevaba ahí toda la vida, es patrimonio del pueblo. Todos le teníamos mucho cariño. Pero una mañana, muy temprano, se lo llevaron, pese a que nadie quería", narra Bermejo en la puerta de su casa.

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El sentir general es que se hizo con consentimiento de las autoridades municipales, aunque aún no ha aparecido documentación que acredite una donación como tal. "En un cartelito del original, en la catedral, pone "donado por Horcajo". Debería poner robado", sostiene Bermejo. Como ella, muchos piensan que el retablo atraería el turismo al pueblo.

Tras una partida de tute, el párroco actual de Horcajo, Aurelio Martínez, abre las puertas de la iglesia y muestra la réplica colocada tras el altar. "Sacar este tema otra vez es ganas de liar. En esa época no había calefacción, había mucha humedad. La madera del retablo estaba podrida. Encima se encendían velas cerca y cualquier día podía prenderse. Lo mejor que pudo pasar es que se lo llevaran", cuenta el cura mientras enciende las luces que iluminan la copia. Es más, cree que en caso de que se hubiese quedado en el pueblo lo habrían robado. "Es mejor que esté bien guardado. Tendríamos que tener aquí seguridad y sería una responsabilidad tremenda", añade.

En la puerta de la iglesia hay un cartel de la Comunidad de Madrid donde se explica la importancia del retablo y se dice que fue trasladado al arzobispado "para su restauración". Lo que omite el texto es que nunca fue devuelto.

Lo que logró permanecer en esta parroquia es una talla de madera de san Pedro portando unas llaves. Esta pieza también se la habían llevado a la vez que el retablo, aprovechando el porte, pero la insistencia de personas como María Uceda hizo que finalmente fuese devuelto. "Fue hace muchos años y mi familia era la única que tenía una furgoneta. Fuimos a Madrid a reclamar y a que al menos nos devolviesen a san Pedro", dice. No fueron pocos los viajes a la capital para pedir explicaciones. El cardenal Rouco Varela fue interpelado por los vecinos durante actos públicos por este asunto.

El alcalde, Francisco Luis Cámara, señala que a él no le corresponde dilucidar a quién pertenece la obra, si al arzobispado, al Ayuntamiento o a quien fuere. Lo que tiene claro es que está bien donde está: "El retablo está a salvo y bien cuidado".

Al otro lado de la carretera de Burgos, en La Acebeda (65 habitantes), el segundo pueblo más pequeño de la región, ocurrió un caso parecido en los años cincuenta. De la iglesia desaparecieron tres altares dorados y varios cuadros e imágenes, según recuerdan los mayores del lugar. En el pueblo nadie conoce el paradero de estos objetos. Un párroco de Madrid que aún oficia misa resume algunas prácticas que podían haberse llevado a cabo en la época: "Estábamos cortos de dinero, como todo el mundo. Y por ejemplo tenías una gotera en la iglesia. Se te presentaba un anticuario y te ofrecía por un cuadro o una talla un dinerillo con lo que lo te arreglabas. Se hicieron muchas cosas de este tipo, pero en la mayoría de los casos no se hizo por lucro personal sino por necesidad del momento".

La poca gente que se ve paseando por sus calles, a media tarde, conoce la historia. En mayor o menor medida, dependiendo de la edad que tengan. "El cura de buenas a primeras dijo que se lo llevaba y terminó haciéndolo", explica una mujer junto a sus nietos, que no quiere dar su identidad. "Dijo que lo hacía porque había que restaurar las obras. El caso es que desapareció todo el fondo del altar mayor. Vete a saber dónde está eso", confirma el alcalde, Adolfo Hernán. La iglesia ganaría mucho con estos objetos, según el alcalde. "Atraería turismo y con eso quizá evitaríamos que este sitio se despoblara. Sería una forma de reactivar la vida aquí".

Opina lo mismo el actual párroco de La Acebeda, José Medina, quien echa de menos los objetos: "Este es su lugar y aquí deberían estar". Amén, contestarían al escucharle sus feligreses.

Aureliano Martínez, párroco de Horcajo de la Sierra, sujeta una imagen del retablo. Tras él, la copia expuesta en su Iglesia.
Aureliano Martínez, párroco de Horcajo de la Sierra, sujeta una imagen del retablo. Tras él, la copia expuesta en su Iglesia.SANTI BURGOS
El alcalde de La Acebeda, Adolfo Hernán, ante la Iglesia en la que desaparecieron las obras.
El alcalde de La Acebeda, Adolfo Hernán, ante la Iglesia en la que desaparecieron las obras.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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