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"Aquí está mi hija, a la que una monja dio por muerta"

Reencuentro maternofilial en Castellón 37 años después, tras la confirmación del parentesco por pruebas de ADN

Pablo Ferri

El laboratorio ha confirmado un nuevo caso de niños robados en Castellón. Begoña Juez, bilbaína de nacimiento, dio a luz hace 37 años a una niña en el hospital general de esta ciudad. "Tenía 19 años", relata. "Recuerdo esperar en una sala con pilas grandes a los lados; recuerdo que un médico me auscultó la barriga y lo siguiente en mi memoria es ya la habitación después de dar a luz. Entonces, una monja entró y me dijo que había tenido una niña, pero que había muerto. Luego me trajo la comida". Pero su hija está viva. Y se han reencontrado.

Se trata de una nueva prueba del robo generalizado de recién nacidos en España entre las décadas de 1950 y 1990. De hecho, el Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, explicó hace unos días en Valencia que se habían detectado "tramas en algunos lugares concretos del país" con ese objetivo. Conde-Pumpido informó además de que la fiscalía investigaba 849 posibles casos de niños robados en toda España. Marta, la hija de Begoña, no murió. Una familia de un pueblo de Castellón la adoptó, pero ella, que "siempre" sospechó, empezó a buscar a su madre biológica en marzo. "Tenía el nombre y sus dos apellidos", recordaba ayer, "los había encontrado en la escritura de adopción de mis padres [adoptivos] y los había metido en buscadores de Internet pero no había encontrado nada".

"El hospital se ocupaba de todo y yo era una niña, ¿qué iba a hacer?"

Fue a través de las redes sociales. "Me acuerdo perfectamente del día", cuenta. "Una chica que tenía de amiga en Facebook se me puso a hablar. Yo no la conocía, pero como soy militante del PP pensé que me habría agregado de ahí. Empezamos a hablar y al rato me contó que investigaba cosas. Yo la animé a ver si encontraba a mi madre, aunque tampoco pensé que me fuese a decir algo", rememora. A los tres días le mandó un correo. "Me dijo que procedía de Bilbao", concreta, "me dio el teléfono de uno de los hermanos de Begoña y le llamé". Ese fue el primer contacto.

Marta y Begoña se conocieron en mayo. Después de varias llamadas de teléfono y otras tantas sesiones de webcam, la madre voló de Tenerife, donde vive actualmente, a Castellón. Se pasó una semana en casa de Marta. "Cuando llegó nos quedamos mudas, no hablábamos, ni siquiera podíamos llorar", explica Marta. "Nos dimos abrazos muy fuertes y no paramos de hablar hasta las 5.23 de la madrugada del día siguiente". Se dio cuenta de que ambas son muy habladoras, de que cruzan los dedos "de una forma muy característica", y se sorprenden de que emplean la misma coletilla, "a tomar por saco"...

Begoña volvía a Castellón muchos años después, tiempo insuficiente, sin embargo, para olvidar las circunstancias que rodearon el nacimiento de Marta. "Llegué a Castellón ya embarazada y con una niña pequeña [la hermana de Marta que, curiosamente, se llama así también]". "Entre al servicio doméstico de una casa porque mi pareja me había abandonado y a los pocos meses di a luz", matiza. "Con el tiempo y la experiencia, he parido dos veces más, me di cuenta de que había sido todo muy raro. Tenía la sensación de que me querían echar del hospital rápido y la monja me había dicho que el hospital se ocuparía de todo, que no me preocupara". "Yo era una niña... ¿qué iba a hacer?", asume.

El ADN ha demostrado ahora que son madre e hija. Amaya Gorostiza, del laboratorio Genómica en Madrid, así lo asegura.

Imagen de Marta.
Imagen de Marta.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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