Tomislav Ivic, un entrenador 'loco' y de otra época
Bromista incorregible, entraba en la sala de prensa del Atlético de Madrid rápido, como con prisas. Repartía alguna palmadita en el trasero del periodista que le pillaba más cerca y, sin que se percatará su víctima, le hurtaba la grabadora, la libreta o lo que pillara a mano.