La versión original languidece
Las películas en su idioma de origen apenas atraen al 1,2% de los espectadores
El público envejece. O se queda en casa porque no hay salas en versión original en su ciudad. O porque la cartelera se empobrece. En cualquier caso, en España, con algo más de 4.000 pantallas (las cifras varían cada día), solo unas 80 están dedicadas a la versión original. Tampoco existen cantidades exactas, porque una semana una sala puede proyectar cine en su idioma nativo y otra en doblado. Por tanto, tampoco hay una contabilidad de sus espectadores. Pero fuentes del sector advierten: si hace más de una década el público de versión original podía suponer el 4% del total, en 2010 a duras penas superó el 1% (en concreto se maneja el 1,2%).
Se acabaron las colas para ver el último título indie estadounidense o una joya serbia. Las causas son distintas según con quién se hable de la industria. Pero más allá del eterno culpable -el doblaje, que ha llevado a varias generaciones de españoles a olvidar que parte del trabajo de un actor se basa en su voz- hay dos problemas repetidamente mencionados. Y los deja claros Enrique González Macho, distribuidor y exhibidor de la cadena Alta Films (83 pantallas, la mitad en V. O.) y, desde hace unos meses, presidente de la Academia de Cine: "Hay un empobrecimiento de la cartelera porque el negocio es menor y, por tanto, la oferta decrece; por otro lado, el sector de la población que prefiere la V. O. envejece. Esa generación creció en los cineclubs; las actuales, en los videoclubs. Hay una gran diferencia: el de la versión original es más culto que el mayoritario. Creo que tiene relación con el empobrecimiento que vivimos en general en todo lo cultural. Deberíamos fomentar el idioma original, apoyarlo en un momento en que el número de salas crece en España. ¿Dónde hay cines en V. O. en nuestro país? Pues donde hay mercado, no te engañes: Madrid y Barcelona". Y poco más: San Sebastián, Palma de Mallorca, Valencia, Sevilla, Vigo, Pamplona o Bilbao, y en muchos casos hablamos de una o dos pantallas. Josetxo Moreno, de la distribuidora y exhibidora Golem -con salas en Pamplona, Estella, Bilbao, Logroño y Madrid-, apunta otro dato: "Una copia doblada cuesta 700 euros; una en V. O., 3.000. En general la gente no tiene por costumbre ir al cine, sino que ve películas evento. Si tienes un filme pequeño no intentas ni doblarlo -el doblaje cuesta unos 40.000 euros-, y te lo llevas a esas salas, con lo que parecen cines de escasa comercialidad". Añade además que la censura creó "el falso mito de que el cine en V. O. es el de arte y ensayo para enviar allí a un tipo de filmes", lo que explicó su auge en los setenta. En Francia, asegura, existen ayudas para mantenerlo. "Aquí eres exhibidor sin más y da igual el tipo de cine que pongas". Moreno ve en cambio un futuro mejor gracias al digital: "No necesitaremos hacer copias dobladas o subtituladas, sino que con un disco duro podremos hacer en una sala dos sesiones en doblado y dos en original del mismo filme en un día". González Macho insiste en la importancia de la educación y de las televisiones, "para que el público aprecie el buen cine europeo".
González Macho cree que el actual empobrecimiento cultural no ayuda
Enrique Pérez, de los cines Verdi (14 pantallas en V. O. en Barcelona y Madrid), es más crítico con sus compañeros: "La gente no es tonta, y estos meses hay racha de malas películas. Claro, llega un buen Woody Allen y arrasa. Con las nuevas tecnologías nace un nuevo matiz: el que quiere ver una película la ve; ahora bien, dónde la ve es otra cosa. A mí no me cuesta entenderlo, a otros colegas sí. Es cierto que el público envejece. Por eso debemos buscar filmes como Inside job que atraigan a la gente joven. O estrenar clásicos restaurados [ahora mismo proyecta El gatopardo y después pondrá El Padrino I y II, y la trilogía del dólar de Sergio Leone]. Haz tus cines atractivos".
¿Y si vives en una ciudad de provincias sin salas en original? Un caso clásico es Gijón, sede de un festival de prestigio, que en 2010 tuvo 55.000 espectadores. Pero en la comunidad de Asturias no hay circuito comercial de V. O., aunque sí cultural. José Luis Cienfuegos, director del certamen, y programador de las salas Cajastur y de la sala municipal de Gijón, concede: "Claro que el público envejece, porque el de V. O. es fiel. Ya no hay colas como hace 15 años para ver Funny games, pero hay gente con interés. Yo sería optimista por este circuito cultural. Pero sin apoyos morirá". Y quedarán solo los megacentros comerciales con sus Piratas y sus Transformers.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.