Cierre escolar por una infidelidad
Fuerte despliegue de los Mossos y pocos alumnos en la reapertura del colegio Vila-roja de Girona, que suspendió las clases por la tensión entre dos familias
Una infidelidad matrimonial ha crispado la vida de Vila-roja, un barrio de Girona con fuerte presencia de población gitana. La animadversión entre dos familias de la zona ha llegado incluso a las puertas de la escuela donde estudian 16 niños de los clanes enemistados, centro que el Departamento de Enseñanza decidió cerrar el pasado lunes temiendo que el conflicto fuera a mayores.
La escuela reabrió ayer, tomada por la tensión y los Mossos d'Esquadra. Poco antes de las nueve de la mañana, un anciano espiaba tras la ventana de un bloque de pisos frente al colegio, resguardado por la persiana a medio bajar y con la luz apagada. Abajo, una patrulla policial se apostaba en la entrada. Un grupo de padres, los que se atrevieron a llevar a sus hijos ayer, esperaban en la puerta a recibir información de la dirección. "¡Espero que no pase nada!", exclamaba con voz angustiada una madre que pertenece a una de las familias en conflicto.
Algunos profesores tranquilizaban a los progenitores en la puerta, pero estos no las tenían todas consigo. "Yo traigo a mi hijo porque luego tengo que ir a trabajar; si no, lo hubiese dejado en casa", explicaba otra joven madre. "¿Hay clase hoy?", preguntaban dos mujeres con velo y vestidas con la túnica marroquí. Los niños iban entrando, bocadillo en mano y aparentemente ajenos a cualquier problema. Pero eran solo unos pocos de los 140 alumnos del centro.
La semana pasada, un vecino del barrio apodado El Bolo descubrió a su mujer con un hombre joven. Desvelada la traición, las consecuencias no tardaron en aflorar. Toda la familia del muchacho ha tenido que huir para no sufrir represalias, y lo mismo ha hecho la mujer, que se ha ido de Girona, según varios vecinos. La ley gitana establece que los hijos se queden con el padre, ya que la mujer infiel pierde el respeto de todos -incluso de su propia familia- y el derecho a vivir en el hogar conyugal.
Pero en este caso la familia de la mujer ha salido en su defensa, lo que ha provocado varios enfrentamientos en los que se ha llegado a las manos. El Bolo, según la versión más extendida en el barrio, irrumpió en el despacho del director de la escuela el viernes para exigir que se impida que nadie del clan de su mujer se acerque a los tres hijos de la pareja, que estudian en Vila-roja."Me dijeron que solo dejase a las niñas en determinadas manos", dijo Cristóbal Sánchez, director del colegio, con cierto misterio. Sánchez, que es profesor en Vila-roja desde hace décadas, explicó que las situaciones de tensión son frecuentes en el barrio. "A veces son solo rumores, pero otras, como ahora, son hechos reales. En este caso los hechos se trasladaron al centro, y podían afectar a los niños, por eso decidimos cerrar", continuó. Sobre su trabajo, Sánchez dejó claro que no es nada fácil: "Aquí hacemos de psicólogos, fiscales, jueces y mediadores, y cuando podemos damos clases".
Pasadas las nueve de la mañana y con los niños ya dentro, Sánchez dio por zanjada la crisis. "Está todo solucionado, volvemos a la normalidad", aseguró. Pero la tranquilidad duró poco. Minutos después, el mismo director salió corriendo por el patio para gritar a los Mossos d'Esquadra: "¡Pedid refuerzos!".
Alguien le había llamado por teléfono, mientras se encontraba en medio de una reunión para tranquilizar a las familias de los alumnos, y le avisó de que el furioso padre se dirigía hacia la escuela. Pronto llegaron una patrulla más y dos coches de la policía sin identificación, aunque al final el susto quedó en nada.
El Departamento de Enseñanza ha decidido que los Mossos d'Esquadra permanezcan toda la semana en las puertas de este colegio y del de la Font de la Pólvora, barrio vecino y también cerrado el lunes por la trifulca por precaución. Los "sectores del este", como se les llama en Girona, nacieron en la década de 1960 para acoger a los inmigrantes del resto de España que llegaban a la ciudad. Como ha pasado en otros sitios, muchas de estas familias han ido abandonando estos barrios y en su lugar se han instalado familias gitanas y magrebíes.
Aunque en la Font de la Pólvora y Vila-roja viven 4.000 personas, muchos de los habitantes de Girona no han estado nunca en estos dos barrios desfavorecidos y apartados de la ciudad.
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