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Santa Maria del Mar vence a las palomas

La segunda fase de restauración concluye con cinco gárgolas nuevas

José Ángel Montañés

El agua, la acción de los animales y la del hombre son el origen de la mayor parte de la degradación que afecta a los edificios. Santa Maria del Mar, uno de los edificios góticos más bellos construidos en Barcelona, los ha sufrido todos en sus más de 600 años de vida. La acción humana estuvo a punto de acabar con el edificio cuando en 1936 causó un incendio en la nave central del cual quedan restos en su bóveda.

Cuando fue construida en el siglo XIV sus artífices utilizaron andamios de madera. Los puntos en los que esta estructura se sujetaba a la pared (y que todavía son visibles desde la calle) han servido de nido a miles de palomas durante estos años, produciendo el mayor quebradero de cabeza a los arquitectos que desde octubre han intervenido en el edificio. "La cantidad de excrementos acumulados ha sido la mayor sorpresa que nos hemos encontrado", aseguró Andreu Bosch, arquitecto que ha dirigido los trabajos de esta segunda fase de restauración (en la primera se intervino en la fachada principal y los dos campanarios) junto con Enric Solsona. "Desde que hemos cerrado los orificios han desaparecido el 80% de estas aves", explica Solsona.

Se han recuperado los desagües originales del edificio del siglo XIV
La restauración terminará en 2014 tras intervenir en la zona del ábside

El otro gran problema que se ha solucionado ha sido el causado por el agua. El sistema de desagüe que los maestros de obras Berenguer de Montagut y Ramon Despuig idearon hace siglos estaba inutilizado. "El tiempo y el nulo mantenimiento habían obstruido los canales y la gran mayoría de 40 gárgolas habían dejado de cumplir su función, ya que estaban obturadas. Incluso ha habido que reconstruir cinco de estos animales fantásticos copiando la forma de las que estaban más próximos", explica Bosch. "A partir de ahora habrá que tener cuidado con el agua que arrojan por su boca estas figuras, ya que son auténticos rompeparaguas", comenta Solsona. A 40 metros del suelo, los arquitectos explican cómo han reparado los desagües e impermeabilizado las uniones de la cubierta con las paredes para evitar que el agua ataque la piedra. En la intervención, que comenzó en octubre y que ha costado 414.000 euros, se han coronado los contrafuertes y se han restaurado los guardapolvos (una pequeña moldura de piedra que enmarca las ventanas) de las capillas del piso inferior para que vuelvan a cumplir su función de impedir que el agua, en su descenso por la fachada, afecte a los vitrales.

Todas estas obras han sido posibles gracias al acuerdo que suscribieron en 2006 el Departamento de Cultura y el Arzobispado de Barcelona que prevé invertir 3,3 millones de euros hasta el año 2014 a partes iguales.

La tercera, y última fase, comenzará tras el verano y prevé restaurar las cantorías del ábside, las capillas del presbiterio -la zona más afectada por el incendio de 1936- y la fachada renacentista de El Born que conserva la única policromía original del edificio. Josep Maria Martí, delegado del Patrimonio Cultural del Arzobispado propone, en tono de broma, que esta iglesia pase a denominarse "Santa Maria de la Ooooh", por la exclamación que provoca a los tres millones de personas que la visitan cada año. "Barcelona construía en el siglo XIV cuatro edificios góticos a la vez en un radio de un kilómetro y medio: la catedral, Santa Maria del Mar, Santa Maria del Pi y Sant Just i Pastor. Y era posible porque había mucha fe y dinero; pero ahora no hay nada de esas cosas. Por eso, es un milagro poder avanzar con estas obras", se congratulaba Bonet en presencia de Joan Pluma, director general de Patrimonio.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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