La indefinición de las reglas de ataque complica la campaña de los aliados
Las dudas sobre qué objetivos son legítimos frenan la acción internacional
Mientras el pulso político entre los aliados dificulta la definición de la estructura de mando de las operaciones en Libia, la acción de los militares en el terreno también se ve complicada por las dudas acerca de qué objetivos son legítimamente atacables. Estas dificultades contribuyen a explicar la limitada intensidad de los ataques de los últimos días mientras las hostilidades en el terreno entre fuerzas rebeldes y leales prosiguen.
La coalición tiene mandato para proteger a la población civil, no para aniquilar indiscriminadamente a las fuerzas del régimen. Así, está claro que los aliados pueden golpear a tropas de Gadafi que actúan contra civiles o a defensas antiaéreas y estructuras militares que pueden obstaculizar su labor de protección. Pero la casuística real es mucho más compleja. ¿Qué hacer, por ejemplo, con una unidad leal al régimen posicionada, sin moverse, a unos cuantos kilómetros de un bastión rebelde? ¿Cómo actuar con otra que intercambia fuego en espacios abiertos con tropas rebeldes armadas con vehículos blindados?
La difícil distinción entre tropas leales y rebeldes agudiza los problemas
"Es una situación muy problemática", reconoció en una conferencia de prensa el general Carter Ham, jefe del Comando África de EE UU (Africom), la unidad que dirige estratégicamente las operaciones. "Hay civiles que han tomado armas, pero simplemente para defender sus casas o negocios. Estos siguen siendo civiles. Pero los hay también, en la oposición, con vehículos blindados y armas pesadas. Personalmente, creo que eso significa que estos ya no están cubiertos por la cláusula de protección civil. No es una distinción clara, porque tampoco son una fuerza militar regular. Es una situación muy problemática".
En cuanto a las unidades leales al régimen que no mantienen una clara actitud agresiva, las autoridades militares aliadas explican que intentan "discernir la intención" observando sus movimientos. "No hay respuestas simples", insistió Ham. Ante semejantes dificultades -y ante la firme voluntad de evitar víctimas civiles-, los pilotos de los aviones que patrullan el frente han recibido órdenes de mantener una actitud extremadamente prudente.
Por si eso no fuera suficiente, los aliados se enfrentan a otra notable dificultad a la hora de decidir los ataques: "la distinción entre fuerzas del régimen y de la oposición puede ser muy difícil, sobre todo cuando están cerca", dijo Ham.
Las fuerzas rebeldes disponen en algunos casos de tanques y vehículos blindados, que se distinguen en el terreno de los pertenecientes a las fuerzas leales al régimen por meras pintadas en sus corazas. ¿Cómo distinguirlos desde el cielo, cuando además las autoridades aliadas excluyen haber establecido canales de comunicación con los rebeldes? Ayer, el almirante Samuel Locklear, comandante de las fuerzas navales de EE UU en Europa y África lo confirmó.
Estos problemas a los que se enfrenta la coalición en cuanto a los objetivos móviles no se eliminarían por completo aunque el mando pasara a manos de la OTAN. Otros obstáculos organizativos y logísticos, sin embargo, se resolverían probablemente mejor bajo el paraguas de la Alianza Atlántica.
Una fuente diplomática estadounidense apuntaba recientemente cómo el nuevo concepto estratégico de la OTAN, aprobado el pasado noviembre en Lisboa y pensado para los desafíos del siglo XXI, le cuadra idealmente a la situación Libia, informa Ricardo Martínez de Rituerto. "Hace falta una cooperación civil y militar; la OTAN debe responder junto a otras organizaciones; la Alianza tiene la capacidad para planificar, y cuenta con un sistema de comunicaciones, mando y control conjunto". En resumen, concluía el diplomático, "la OTAN tiene todos los medios". Pero ninguno de esos medios se puede poner en marcha sin la unánime voluntad política de los 28 aliados de hacerlo, consenso que todavía ayer seguía sin alcanzarse.
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