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Ola de cambio en el mundo árabe | La crisis, vista desde Washington y París

La revuelta árabe abochorna al Gobierno francés

Los socialistas piden la dimisión de la ministra de Exteriores por supuestos regalos del derrocado régimen tunecino

Antonio Jiménez Barca

Las vacaciones navideñas en Túnez de la ministra de Asuntos Exteriores francesa, Michèlle Alliot-Marie y los permisos expedidos hasta última hora para enviar material antidisturbios para los policías del ex presidente Ben Ali han echado mucha más leña a la polémica sobre el comportamiento del Gobierno de Francia ante la revolución tunecina. Una postura, según la oposición, excesivamente condescendiente hasta el último segundo con el régimen dictatorial de Ben Ali.

El semanario satírico Le Canard Enchaîné publicó ayer una revelación impactante: Alliot-Marie, su compañero sentimental, el ministro de Relaciones con el Parlamento Patrick Ollier y los padres de ella, utilizaron, el 31 de diciembre, para desplazarse desde Túnez a Tabarka, el avión privado de un hombre de negocios tunecino que, según la publicación, pertenecía al grupo de empresarios amigos del derrocado régimen de Ben Ali. Por entonces, las protestas en Túnez ya habían empezado, aunque no habían tenido aún una repercusión mediática mundial.

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No es la primera vez que Alliot-Marie se ve en el ojo del huracán a raíz de la revuelta tunecina: el pasado 11 de enero, tres días antes de que Ben Ali abandonara precipitadamente el país, la ministra, en la Asamblea Nacional, recomendaba a la policía tunecina que se dejara asesorar por el "buen hacer" de los policías franceses para contener a los manifestantes.

La frase dio la vuelta a Francia y al resto de Europa y ella se defendió asegurando que no se entendió bien lo que quería decir. Lo que ahora publica Le Canard Echaîné es más grave. Se le acusa -a ella y a su compañero sentimental, quien pasa sus vacaciones en Túnez desde hace muchos años- de haber confraternizado con la élite tunecina afín al régimen corrupto de Ben Ali.

La oposición tardó poco en reaccionar. El presidente del Grupo Socialista en la Asamblea Nacional, Jean-Marc Ayrault, calificó el hecho de "chocante e indigno". Añadió que el hecho resta credibilidad a la ministra Alliot-Marie, y que debe dimitir como la cara diplomática de Francia.

Alliot-Marie respondió que no piensa dejar el cargo y explicó que Aziz Miled, el empresario tunecino del sector turístico que supuestamente puso a su disposición el avión privado y que le invitó al hotel donde ella y su compañero pernoctaron, no solo no es amigo de Ben Ali, sino que ha sido "expoliado" por el régimen de este. De hecho, han revelado desde el entorno de la ministra, el cuñado de Ben Ali, el todopoderoso y corrupto Belhassen Trabelsi, se apropió del 20% de la compañía aérea de Aziz Miled.

Hay datos que contradicen a la ministra: Miled, de 73 años, actualmente exiliado en Canadá, firmó en agosto pasado una tribuna en la que pedía que Ben Ali siguiera en el poder más allá de 2014. Sus cuentas suizas han sido congeladas por el Gobierno helvético. El valor de su grupo empresarial supera los 250 millones de euros. Un ex ministro tunecino, bajo anonimato, lo explicó así al diario Le Monde: "Miled era un hombre al que no le gustaban los enfrentamientos. Cuando Trabelsi le pidió que le hiciera un sitio en su negocio, se lo cedió rápidamente".

Este escándalo se ha intensificado un día después de que el primer ministro francés, François Fillon, informara a la oposición de que varios permisos de ventas de material antidisturbios rumbo a Túnez fueron autorizados por el Gobierno de Sarkozy en enero, días antes de que cayera Ben Ali. "Todo esto es una confesión", resumió el socialista Ayrault.

La ministra Michèlle Alliot-Marie, ayer en París.
La ministra Michèlle Alliot-Marie, ayer en París.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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