¿Quién es Philip B.?
Philip se resiste a desvelar el significado de la B que acompaña su nombre. Bromea con la posibilidad de que haga alusión a la palabra beautiful (bonito, en inglés), pero finalmente confiesa que es la inicial de su impronunciable Beckovitz. Aunque insiste en que él es 100% americano. Concretamente made in Hollywood, ya que este peluquero de ascendencia entre lituana y polaca lleva más de una década cuidando las melenas más celebradas de la Meca del cine con su línea de cosmética natural. Sus tratamientos parten del cuidado dermatológico, buscando el lado casi medicinal de la peluquería. La especialidad de su firma son los champús con extractos vegetales y aceite rejuvenedor aromático.
"Tienes que confiar realmente en tus productos. Si lo haces, sabrás transmitirles ese sentimiento a los clientes"
"Investigo por todo el mundo, especialmente en países donde las mujeres se cuidan el cabello con materias completamente naturales y que son de una eficacia asombrosa. Materias que solo se pueden encontrar en mercados locales", explica. Sin embargo, admite que a la hora de teñir, el uso de productos como el amoniaco a veces es inevitable. "Para pigmentar un pelo canoso necesitas cierta cantidad de amoniaco o un tratamiento con calor. Solo se puede colorear sin amoniaco un pelo fino y de mucha calidad", concede.
Ahora Philip B. trabaja por cuenta propia, pero su historia sí tiene un capítulo de agradecimientos. En él figura Sally Hershberger, la peluquera que ha creado 10 de los cortes de pelo más famosos del mundo. El de Meg Ryan, por ejemplo. "También trabajé con ella para Sandra Bullock, David Bowie y muchas otras celebrities. Ella ha sido mi mayor influencia en el aspecto creativo. Después de trabajar con ella me independicé e hice muy buenas migas con otros peluqueros de Los Ángeles, aunque no consigo recordar sus nombres ", apostilla.
Pero ¿quién es Philip B. realmente? Él mismo lo explica. Y lo hace manejando con soltura la tercera persona: "Soy un peluquero. Un peluquero que dejó de seguir al resto de los peluqueros que se creyeron todo lo que contaban las compañías cosméticas. Un peluquero que decidió centrarse en buscar soluciones reales para sus clientes y tuvo la suerte de contar con un gran equipo para encontrarlas". Llegados a este punto, Philip B. se pasa al uso del plural: "Al principio nuestros productos no tuvieron la aceptación del público ni de la prensa pero poquito a poquito La clave está en confiar realmente en esos productos. Si tú confías en ellos, sabrás transmitirles ese sentimiento a los clientes. Soy una persona apasionada con lo que me importa, en este caso crear productos. Y creo que se nota".
La reflexión continúa: "Esa fe es la que mueve el mundo. El acto de comprar es una toma de decisión basada en la confianza. Si realmente creemos que una crema nos va a hacer parecer 20 años más joven, la compraremos. Aunque cueste 150 dólares. El problema es que a veces pecamos de confiados. Los milagros no existen, y nada te va a quitar años de encima. La clave está, precisamente, en saber aceptar que el tiempo pasa. Y punto. Yo, por mi parte, no vendo esperanza. Doy realidad. Mis productos consiguen un pelo maravilloso, pero de verdad".
No es el único que lo piensa. Los productos de Philip B. (que van de los 30 a los 190 euros) han sido clasificados por la revista Forbes dentro del ranking de las 100 cosas que valen lo que cuestan.
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