Oscuro horizonte
Las previsiones de la UE alejan más a España de los países con mayor crecimiento económico
La revisión de las previsiones económicas que ha hecho la Comisión Europea mejora las difundidas el pasado mayo para el conjunto de la región, y de forma particular las de la eurozona, a la que se vaticina un crecimiento de casi el doble de lo previsto, pero los augurios sobre España siguen siendo sombríos. Liderada por el muy buen comportamiento de la economía alemana en el segundo trimestre de este año, y la presunción de que la capacidad competitiva de sus empresas va a encontrar demanda exterior para seguir alimentando un crecimiento espectacular respecto de 2009, el agregado de las economías que comparten moneda se prevé que pueda crecer ahora un 1,7% en el conjunto del año, frente al 0,9% anticipado en mayo. Con algo más de optimismo que otras instituciones multilaterales, la Comisión revisa al alza el crecimiento esperado para este año de todas las economías, pero es la española la que lo hace en la menor magnitud.
La contracción que anticipaba en mayo en el producto interior bruto español, del 0,4%, se sitúa ahora en el 0,3%. Se trata de una revisión poco menos que testimonial a tenor de lo que ocurre en el resto de Europa y, en todo caso, muy poco representativa de lo que va a ocurrir con el principal desequilibrio de la economía española, el desempleo.
Aferrarse a esas variaciones estimadas o reales del PIB es poco útil si el paro sigue resistiendo a la baja o incluso con posibilidades de registrar todavía algún ascenso. Como ha podido verificar Rodríguez Zapatero en la reunión conjunta en Noruega de la OIT y el FMI, nuestra economía no es solo la que tiene el más abultado desequilibrio, sino que también tiene la mayor proporción de jóvenes en paro. Una descapitalización inquietante que no puede compensarse si no es procurando que vuelva la confianza a la economía española y, desde luego, la demanda.
De poco vale exhibir ahora esa voluntad reformista del converso de la que hace gala el jefe del Gobierno, si su credibilidad es poca y -en cualquier caso- las posibilidades de crecimiento, motor del empleo, son muy reducidas. España necesita inversión que haga posible esa diversificación que ha estado olvidada en la última década, con independencia de quien haya tenido la responsabilidad de la política económica. De lo contrario, nos espera un dilatado horizonte de crecimiento muy débil.
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