La opción del 'coladero'

Después de años de quejarse de que la ley del aborto de 1985 era un coladero, no se sabe cuál es la opción que defiende el PP con su recurso contra la ley actual. Aquella norma permitía que la mujer interrumpiera el embarazo en cualquier momento si alegaba que llevarlo a término suponía peligro para su salud, física o psicológica. Y hay que ser muy duro para no aceptar que una mujer que se ve en la tesitura de tener que abortar está sufriendo un daño psicológico.

Hasta el Consejo de Estado lo admite. En el informe que ha hecho sobre la ley que entró en vigor en julio, indica que "se presupone" que la mujer que quiere abortar está en una situación de "conflicto".

Los hechos de la aplicación de la ley anterior lo confirman: más del 90% de las interrupciones del embarazo que se hicieron a su amparo usaron ese supuesto. Es decir, pedir que se acredite daño psicológico y no pedir nada es, en la práctica, lo mismo. De nuevo, la idea del coladero, pero al revés.

La diferencia entre ambas leyes es que, ahora, a la mujer no se le obliga a suplicar ni a probar que abortar no le gusta, que lo hace porque la otra opción -tener el niño- le parece aún peor. Como el valor en la mili, ese dolor se le supone.

Y al final, parece que es eso lo que molesta: que ellas decidan sin tutelas. Una actitud que algunas feministas llaman paternalismo o, directamente, misoginia. Porque lo que no parace que vaya a cambiar es el resultado: las leyes no fomentan el aborto, lo regulan.

La otra explicación es que el recurso del PP simplemente quiere acabar con el aborto legal en España, algo que la mayoría del partido no podría decir, si es que lo piensa, porque no se entendería que hubiera gobernado durante ocho años sin hacer nada al respecto.